Locura vírica. [Priv. Saber Lannister]
2 participantes
Página 1 de 1.
Locura vírica. [Priv. Saber Lannister]
Sus orbes se movían a una velocidad pasmosa, y sólo sus manos alcanzaban una velocidad mayor, deslizando por su amplio escritorio decenas de papeles.''¿Dónde demonios está...?'' pensó para sí, liberando un tenue suspiro y entonces deteniéndose. Cerró los ojos dos segundos, y amontonó la pila de papeles que había desparramada por su mesa. Ahí no estaba. Guardó la gran cantidad de papeles en uno de los cajones a su derecha, archivando éstos de forma despreocupada. Cuando lo hizo, abrió, de arriba a abajo, el tercer cajón del archivero, cuando finalmente lo recordó. Con rapidez pasó con el dedo por encima de las diferentes letras que almacenaban toda clase de documentos, hasta pararse en la letra T. Sacó el taco de folios y lo extendió en la mesa. Entre cientos de nombres y documentos comenzados por aquella letra, por fin encontró lo que buscaba. El caso de las abejas que contagiaban un virus... y dos simples nombres le devolvieron a su infancia.
- Natalia Kaminski... y Emiya Noritaka. - hizo una mueca de disgusto al susurrar aquellos dos nombres y suspiró, haciendo unos gestos con la cabeza, como si buscase quitarse los pensamientos de la misma. Abrió el archivo y comenzó a tararear una canción que le vino a la mente. Las primeras páginas del caso no le dijeron nada que no supiese, así que se limitó a ir hacia el final de los folios, buscando lo que quería. Recorrió las primeras líneas con la mirada, musitando entre dientes algunos fragmentos, hasta que llegó a donde quería. ''...nunca se supo si todas las abejas murieron en la explosión, o si algunas consiguieron escapar. Sí se sabe a ciencia cierta que, si una sola de ellas hubiere escapado, sería un peligro increíble para los ciudadanos.'' Suspiró y guardó de nuevo el archivo. No se había comprobado si todas las abejas habían perecido... así que aquella información podía ser cierta, podía ser que su mayor miedo hubiese tomado forma de nuevo. Bufó y se levantó, algo incómodo sin saber por qué y fue hacia la ventana, deslizándola para abrirla y que así la brisa le chocase en la cara. Intentó aclarar sus ideas, pero eran sólo eso, ideas, un amasijo de ideas inconclusas.
Se giró súbitamente, rebuscando en el segundo cajón personal de su escritorio, y cuando encontró lo que buscaba una leve sonrisa se dibujó en sus labios. Sacó un paquete de cigarros de la única marca que fumaba, que habían estado allí guardados por si necesitaba desestresarse y/o relajarse. Se llevó uno a los labios y se palpó los bolsillos, sin encontrar lo que buscaba ahora. Metió la mano una vez más en el cajón y rebuscó, finalmente encontrando el encendedor que necesitaba. Lo abrió y acercó la llama hacia la punta del cigarro, dejando que éste se encendiese, para así después dar una profunda calada, dejando salir el humo con lentitud por su nariz y boca. Cogió el cigarro con la mano izquierda, y lo dejó reposar entre el dedo índice y corazón, deslizando su mano derecha hacia uno de los bolsillos del traje. Sacó un teléfono móvil, que con rapidez abrió, tecleando una serie de números en él. Cuando le hubo dado al botón de llamar, se llevó el aparato al oído. Tres pitidos sonaron, hasta que la otra persona contestó a su llamada. Dio una calada más y exhaló el aire en forma de anillas, viendo cómo estas eran deformadas por la leve brisa que estaba presente en aquel lugar. Cerró los ojos, dejando que una leve sonrisa se dibujase en sus labios cuando escuchó a la otra persona hablar.
- Buenos días... soy yo, Saber. - musitó casi en un susurro, sabiendo que la otra persona ya le habría reconocido por su tono de voz - ¿Cómo estás...? Quiero que me acompañes a una misión... tómalo como una misión de entrenamiento. - sonrió un tanto más... había sido fácil para él sobrellevar que tal vez aquel virus tan increíblemente peligroso podría haber nacido de nuevo... o es que tal vez nunca hubiese muerto. ¿O tal vez no tan fácil? -
- Natalia Kaminski... y Emiya Noritaka. - hizo una mueca de disgusto al susurrar aquellos dos nombres y suspiró, haciendo unos gestos con la cabeza, como si buscase quitarse los pensamientos de la misma. Abrió el archivo y comenzó a tararear una canción que le vino a la mente. Las primeras páginas del caso no le dijeron nada que no supiese, así que se limitó a ir hacia el final de los folios, buscando lo que quería. Recorrió las primeras líneas con la mirada, musitando entre dientes algunos fragmentos, hasta que llegó a donde quería. ''...nunca se supo si todas las abejas murieron en la explosión, o si algunas consiguieron escapar. Sí se sabe a ciencia cierta que, si una sola de ellas hubiere escapado, sería un peligro increíble para los ciudadanos.'' Suspiró y guardó de nuevo el archivo. No se había comprobado si todas las abejas habían perecido... así que aquella información podía ser cierta, podía ser que su mayor miedo hubiese tomado forma de nuevo. Bufó y se levantó, algo incómodo sin saber por qué y fue hacia la ventana, deslizándola para abrirla y que así la brisa le chocase en la cara. Intentó aclarar sus ideas, pero eran sólo eso, ideas, un amasijo de ideas inconclusas.
Se giró súbitamente, rebuscando en el segundo cajón personal de su escritorio, y cuando encontró lo que buscaba una leve sonrisa se dibujó en sus labios. Sacó un paquete de cigarros de la única marca que fumaba, que habían estado allí guardados por si necesitaba desestresarse y/o relajarse. Se llevó uno a los labios y se palpó los bolsillos, sin encontrar lo que buscaba ahora. Metió la mano una vez más en el cajón y rebuscó, finalmente encontrando el encendedor que necesitaba. Lo abrió y acercó la llama hacia la punta del cigarro, dejando que éste se encendiese, para así después dar una profunda calada, dejando salir el humo con lentitud por su nariz y boca. Cogió el cigarro con la mano izquierda, y lo dejó reposar entre el dedo índice y corazón, deslizando su mano derecha hacia uno de los bolsillos del traje. Sacó un teléfono móvil, que con rapidez abrió, tecleando una serie de números en él. Cuando le hubo dado al botón de llamar, se llevó el aparato al oído. Tres pitidos sonaron, hasta que la otra persona contestó a su llamada. Dio una calada más y exhaló el aire en forma de anillas, viendo cómo estas eran deformadas por la leve brisa que estaba presente en aquel lugar. Cerró los ojos, dejando que una leve sonrisa se dibujase en sus labios cuando escuchó a la otra persona hablar.
- Buenos días... soy yo, Saber. - musitó casi en un susurro, sabiendo que la otra persona ya le habría reconocido por su tono de voz - ¿Cómo estás...? Quiero que me acompañes a una misión... tómalo como una misión de entrenamiento. - sonrió un tanto más... había sido fácil para él sobrellevar que tal vez aquel virus tan increíblemente peligroso podría haber nacido de nuevo... o es que tal vez nunca hubiese muerto. ¿O tal vez no tan fácil? -
Emiya Kiritsugu- Clasificación : Director
Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: Locura vírica. [Priv. Saber Lannister]
Se encontraba victima del sueño en su cama, la joven de ojos esmeraldinos había vuelto hacia ya tres días de su ultima misión y había decidido tomarse un pequeño descanso de las misiones, el número de buteis crecía día a día, ademas todavía no se le había presentado una misión que requiriera todas sus habilidades, por lo que se relajaba lo mas que podía. De pronto suena su teléfono personal, pero lo deja sonar un poco por culpa de la pereza de haberse despertado, al segundo pitido abrió los ojos y un leve bostezo se escapo de entre sus labios, mientras que con sus brazos se reincorporaba en la cama, lo dejo sonar un poco mas y mientras se sobaba su ojo izquierdo y bostezaba de nuevo, tomo el teléfono y contesto a la llamada.
-Alo...- Murmuro en un leve sonido, su voz sonaba melodiosa a pesar de haberse despertado en escasos minutos, esto se debía a que durante su niñez siempre tubo que tener clase al hablar. Tras unos segundos escucho la voz de Kiritsugu, lo que la sorprendió levemente, denotando en su semblante la sorpresa de esa llamada, termino de desperezarse y paseo una de sus manos por la playera que tenia puesta, para luego inclinar sus piernas y abrazarlas con su brazo libre. -Buenos días, master...- Esbozo una tenue sonrisa y antes de poder contestar a su pregunta fue interrumpida por el y todo cobro sentido, libero una tenue risa y luego suspiro sin borrar la sonrisa de su rostro. -Vale, master, estaré ahí en media hora, por favor, sea paciente. Adios...- Fue lo ultimo que dijo antes de cortar el llamado telefónico, estiro los brazos y su espalda haciendo una leve mueca, para luego relajarse la nuca con su mano y dejar el teléfono en la mesa de luz que tenia junto a ella. Se paro de la cama y se dirigió al baño, tras adentrase en este, se vio reflejada en el espejo que tenia arriba del lava manos, sonrío levemente y acomodo un cabello detrás de su oreja, tras unos segundos de mirar al vacío, camino hasta la ducha y abrió el paso de agua fría y caliente. Removió de su cuerpo las escasas ropas que llevaba puestas y se adentro a la ducha, estremesiendose de manera leve al sentir las cálidas gotas que caían sobre su cuerpo, sintiendo a la vez un poco de relajación. Por su mente recorrían ciertas dudas por esta "misión de entrenamiento", conocía perfectamente a Kiritusugu, al punto que podría decirse que era la única persona que en verdad le conocía y sabía que algo le preocupaba del asunto en cuestión. Tras terminar de lavarse el cabello y su cuerpo, salio de la ducha y se seco con una toalla que tenia a mano, para luego cubrirse con ella y dirigirse a secar su cabello para luego peinarlo como acostumbraba, luego de esto se dirigió al refrigerador y saco una botella de leche, para luego poner la cafetera en marcha.
Mientras esperaba a que el café este listo fue hasta su ropero y de este saco su traje tradicional que utilizaba para las misiones. Se cambio de manera rápida al ajustar su corbata vio la foto que tenia colgada del espejo que tenia la puerta del ropero, se coloco sus guantes y la tomo entre sus manos. Era una foto de ella y Kiritsugu hacia un par de años, ella estaba aferrada a su brazo esbozando una gran sonrisa, mientras que Kiritsugu sonreía de forma torcida como acostumbraba, ese día había sido muy importante para ella, pero sus recuerdos fueron interrumpidos por la maquina que preparaba el café, guardo la imagen en sus ropas y fue de nuevo hasta la cocina. Tomo la cafetera y sirvió un poco en una taza, mientras que inundaba sus pulmones con el olor que el café emanaba, el cual le encantaba, lleno el resto de la taza con leche y se la llevo a sus labios para degustar el sabor del contenido. Tras acabársela lavo la taza y tomo la enorme espada que estaba recostada en la pared, la envolvió en aire y eso la hizo quedar invisible, fijándola en su cintura salio por la puerta y cerro con llave, para así dar una bocanada de aire y ponerse rumbo al despacho de Kiritsugu.
Al llegar al despacho, tomo la manija y abrió la puerta, con absoluta confianza, se adentro al lugar y tras su paso cerro la puerta, al ver a su enseñante libero una leve sonrisa de lado y abrió la boca para hablar.
-Hola master, estoy lista para la mision.
-Alo...- Murmuro en un leve sonido, su voz sonaba melodiosa a pesar de haberse despertado en escasos minutos, esto se debía a que durante su niñez siempre tubo que tener clase al hablar. Tras unos segundos escucho la voz de Kiritsugu, lo que la sorprendió levemente, denotando en su semblante la sorpresa de esa llamada, termino de desperezarse y paseo una de sus manos por la playera que tenia puesta, para luego inclinar sus piernas y abrazarlas con su brazo libre. -Buenos días, master...- Esbozo una tenue sonrisa y antes de poder contestar a su pregunta fue interrumpida por el y todo cobro sentido, libero una tenue risa y luego suspiro sin borrar la sonrisa de su rostro. -Vale, master, estaré ahí en media hora, por favor, sea paciente. Adios...- Fue lo ultimo que dijo antes de cortar el llamado telefónico, estiro los brazos y su espalda haciendo una leve mueca, para luego relajarse la nuca con su mano y dejar el teléfono en la mesa de luz que tenia junto a ella. Se paro de la cama y se dirigió al baño, tras adentrase en este, se vio reflejada en el espejo que tenia arriba del lava manos, sonrío levemente y acomodo un cabello detrás de su oreja, tras unos segundos de mirar al vacío, camino hasta la ducha y abrió el paso de agua fría y caliente. Removió de su cuerpo las escasas ropas que llevaba puestas y se adentro a la ducha, estremesiendose de manera leve al sentir las cálidas gotas que caían sobre su cuerpo, sintiendo a la vez un poco de relajación. Por su mente recorrían ciertas dudas por esta "misión de entrenamiento", conocía perfectamente a Kiritusugu, al punto que podría decirse que era la única persona que en verdad le conocía y sabía que algo le preocupaba del asunto en cuestión. Tras terminar de lavarse el cabello y su cuerpo, salio de la ducha y se seco con una toalla que tenia a mano, para luego cubrirse con ella y dirigirse a secar su cabello para luego peinarlo como acostumbraba, luego de esto se dirigió al refrigerador y saco una botella de leche, para luego poner la cafetera en marcha.
Mientras esperaba a que el café este listo fue hasta su ropero y de este saco su traje tradicional que utilizaba para las misiones. Se cambio de manera rápida al ajustar su corbata vio la foto que tenia colgada del espejo que tenia la puerta del ropero, se coloco sus guantes y la tomo entre sus manos. Era una foto de ella y Kiritsugu hacia un par de años, ella estaba aferrada a su brazo esbozando una gran sonrisa, mientras que Kiritsugu sonreía de forma torcida como acostumbraba, ese día había sido muy importante para ella, pero sus recuerdos fueron interrumpidos por la maquina que preparaba el café, guardo la imagen en sus ropas y fue de nuevo hasta la cocina. Tomo la cafetera y sirvió un poco en una taza, mientras que inundaba sus pulmones con el olor que el café emanaba, el cual le encantaba, lleno el resto de la taza con leche y se la llevo a sus labios para degustar el sabor del contenido. Tras acabársela lavo la taza y tomo la enorme espada que estaba recostada en la pared, la envolvió en aire y eso la hizo quedar invisible, fijándola en su cintura salio por la puerta y cerro con llave, para así dar una bocanada de aire y ponerse rumbo al despacho de Kiritsugu.
Al llegar al despacho, tomo la manija y abrió la puerta, con absoluta confianza, se adentro al lugar y tras su paso cerro la puerta, al ver a su enseñante libero una leve sonrisa de lado y abrió la boca para hablar.
-Hola master, estoy lista para la mision.
Saber Lannister- Clasificación : Butei - Graduado
Rango : R
Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Edad : 32
Localización : Isla Academia~
Re: Locura vírica. [Priv. Saber Lannister]
Escuchó sus palabras sin interrumpirlas, y cuando acabó de hablar sonrió un tanto y asintió, sin emitir ninguna palabra como respuesta. Cerró el teléfono y lo deslizó por el bolsillo de la gabardina de nuevo, parándose y sacándolo de nuevo para apagar el mismo, no quería ninguna interrupción. Suspiró y se llevó el cigarro a los labios de nuevo, inhalando el humo hasta que lo sintió en los pulmones. Con un suspiro liberó una vez más el humo, dejando limpios de éste sus pulmones, y así se quedó cinco minutos más, hasta que el cigarro se consumió. Chasqueó la lengua... aunque quería fumarse otro, no iba a hacerlo. Se giró y aplastó el cigarro contra un cenicero que reposaba en la mesa, y después liberó un bufido, sabía que cuando llegase aquello olería un poco a humo y tal vez se lo reprocharía, pero no le importó mucho. Se sentó de nuevo en su silla, esperando a Saber, y no pudo hacer otra cosa que sacar los documentos y releer una y otra vez aquel archivo que ya prácticamente se sabía de memoria. No ponía nada más, todo aquello ya lo sabía, e incluso él sabía más... pero no era suficiente, le reconcomía la duda de qué había pasado finalmente con aquel virus. No podía, simplemente no podía dejar que esa amenaza estuviese suelta por ahí. Nunca más dejaría que lo que él había vivido, le ocurriese a ninguna persona, él debía asegurar el bien mayor. Tenía que hacerlo.
Prácticamente no escucho a Saber entrar, hasta que ésta habló. Desvió la mirada hacia ella y sonrió un tanto al comprobar quién era, para después levantarse y coger de nuevo los archivos, cerrándolos y guardándolos de nuevo en el cajón al que pertenecían. Cerró con llave el archivador y se estiró un poco con disimulo, aquel día no había dormido especialmente bien, ya que la anterior noche le comunicaron la noticia y le dieron los datos sobre ésta nueva misión. Se quitó esas ideas de la cabeza con un movimiento de la misma y miró a su aprendiza, todavía sonriendo un poco.
- Buenos días, Saber... - musitó, para después caminar hasta su lado, notando la corriente de aire que envolvía a Excalibur, comprobando que sí que estaba preparada. - Entonces... un segundo, antes te explicaré qué haremos. - dijo con una sonrisa, haciendo un ademán con la mano para se sentase en la silla que había. Cuando lo hizo, fue hacia la suya propia y se sentó, haciendo una mueca y suspirando. - No recuerdo haberte contado mucho de mi pasado, Saber... sé que sabes cosas, pero no lo sabes todo... dado que nadie lo sabe, excepto yo. No me veo en la necesidad de contártelo... porque sólo pondría una carga sobre ti, y no es justo, no quiero hacerte algo como eso. Pero supongo que hoy lo conocerás... por la misión que haremos. Así que no debo ocultarte nada, cualquier tipo de información puede que te sea útil en una misión de éste calibre. - se relajó un poco en el respaldo de la silla, haciéndola girar un poco, pensativo, hasta que finalmente la detuvo, sabiendo ya lo que iba a contarle a Saber.
- Verás... hace un tiempo, cuando yo era pequeño, mi padre... Noritaka Emiya, descubrió un virus que, básicamente, hacía despertar de nuevo a los muertos... cobrándose toda la cordura y humanidad de éstos, haciendo que fueran simples... muertos vivientes. - suspiró un poco al recordar aquello, y varias imágenes le vinieron a la cabeza, que despejó con un nuevo movimiento. - Bueno... yo paré eso, junto a mi... ¿qué fue al final? No lo sé... supongo que mi... madre adoptiva, Natalia Kaminski. Ese mismo día perdí también a una amiga muy importante para mí, llamada Shirley... pero no viene al caso. Tiempo después de eso, cuando pensábamos que el virus había sido erradicado, comprobamos que no había sido así... así que Natalia, quien también fue mi mentora, emprendió un vuelo donde se encontraba un tipo que había conseguido hacer nacer de nuevo el virus, a raíz de los experimentos e investigaciones de mi padre. El virus se extendió por todos los pasajeros, y... no pude hacer otra cosa, que asegurar el bien mayor. Acabé con el avión... lo hice explotar, y cayó al mar. Pensé que todo había acabado, pensé que mis sacrificios habían sido suficientes, pero parece que no es así... tengo indicios que me hacen pensar que... - hizo una mueca y desvió la mirada, observando a los ojos fijamente a su aprendiza. - el virus ha nacido de nuevo, en las costas de Rusia, a manos de un grupo de científicos influenciados por los pensamientos de mi padre.
Se estiró un poco, liberando un suspiro por soltar la carga de sus hombros, sin realmente haberle explicado lo que ocurrió... habiendo tanteado todo por encima, haciendo que así no tuviese que recordar tales hechos de hacía tiempo. - Lo que debemos hacer ahora, es coger el primer vuelo hacia éste lugar... te he llamado básicamente porque esto es un problema también del gobierno, así que no sabemos con qué clase de personas o qué podemos encontrarnos allí. Pero no será para nada fácil.
Prácticamente no escucho a Saber entrar, hasta que ésta habló. Desvió la mirada hacia ella y sonrió un tanto al comprobar quién era, para después levantarse y coger de nuevo los archivos, cerrándolos y guardándolos de nuevo en el cajón al que pertenecían. Cerró con llave el archivador y se estiró un poco con disimulo, aquel día no había dormido especialmente bien, ya que la anterior noche le comunicaron la noticia y le dieron los datos sobre ésta nueva misión. Se quitó esas ideas de la cabeza con un movimiento de la misma y miró a su aprendiza, todavía sonriendo un poco.
- Buenos días, Saber... - musitó, para después caminar hasta su lado, notando la corriente de aire que envolvía a Excalibur, comprobando que sí que estaba preparada. - Entonces... un segundo, antes te explicaré qué haremos. - dijo con una sonrisa, haciendo un ademán con la mano para se sentase en la silla que había. Cuando lo hizo, fue hacia la suya propia y se sentó, haciendo una mueca y suspirando. - No recuerdo haberte contado mucho de mi pasado, Saber... sé que sabes cosas, pero no lo sabes todo... dado que nadie lo sabe, excepto yo. No me veo en la necesidad de contártelo... porque sólo pondría una carga sobre ti, y no es justo, no quiero hacerte algo como eso. Pero supongo que hoy lo conocerás... por la misión que haremos. Así que no debo ocultarte nada, cualquier tipo de información puede que te sea útil en una misión de éste calibre. - se relajó un poco en el respaldo de la silla, haciéndola girar un poco, pensativo, hasta que finalmente la detuvo, sabiendo ya lo que iba a contarle a Saber.
- Verás... hace un tiempo, cuando yo era pequeño, mi padre... Noritaka Emiya, descubrió un virus que, básicamente, hacía despertar de nuevo a los muertos... cobrándose toda la cordura y humanidad de éstos, haciendo que fueran simples... muertos vivientes. - suspiró un poco al recordar aquello, y varias imágenes le vinieron a la cabeza, que despejó con un nuevo movimiento. - Bueno... yo paré eso, junto a mi... ¿qué fue al final? No lo sé... supongo que mi... madre adoptiva, Natalia Kaminski. Ese mismo día perdí también a una amiga muy importante para mí, llamada Shirley... pero no viene al caso. Tiempo después de eso, cuando pensábamos que el virus había sido erradicado, comprobamos que no había sido así... así que Natalia, quien también fue mi mentora, emprendió un vuelo donde se encontraba un tipo que había conseguido hacer nacer de nuevo el virus, a raíz de los experimentos e investigaciones de mi padre. El virus se extendió por todos los pasajeros, y... no pude hacer otra cosa, que asegurar el bien mayor. Acabé con el avión... lo hice explotar, y cayó al mar. Pensé que todo había acabado, pensé que mis sacrificios habían sido suficientes, pero parece que no es así... tengo indicios que me hacen pensar que... - hizo una mueca y desvió la mirada, observando a los ojos fijamente a su aprendiza. - el virus ha nacido de nuevo, en las costas de Rusia, a manos de un grupo de científicos influenciados por los pensamientos de mi padre.
Se estiró un poco, liberando un suspiro por soltar la carga de sus hombros, sin realmente haberle explicado lo que ocurrió... habiendo tanteado todo por encima, haciendo que así no tuviese que recordar tales hechos de hacía tiempo. - Lo que debemos hacer ahora, es coger el primer vuelo hacia éste lugar... te he llamado básicamente porque esto es un problema también del gobierno, así que no sabemos con qué clase de personas o qué podemos encontrarnos allí. Pero no será para nada fácil.
Emiya Kiritsugu- Clasificación : Director
Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: Locura vírica. [Priv. Saber Lannister]
Al entrar pudo percatarse del olor a cigarro que había, a lo que arrugo un poco la nariz, ciertamente ese olor le molestaba, pero no dijo palabra alguna que Kiritsugu fumara significaba que algo grave o importante estaba sucediendo, de lo contrario el no atentaría contra su propio cuerpo, eso era algo que ella lo sabia muy bien. De igual manera, cuando el se acerco, se reverencio levemente ante el por respeto y al escucharle hablar se reincorporo y asintió, haciendo caso a su gesto camino en dirección a la silla, se sentó y apoyo ambas manos en su regazo quedando en completo silencio y asintiendo ante las primeras palabras que articulo, para así mirarle fijamente en muestra de que tenia toda su atención. Mientras escuchaba su historia contenía en sus recuerdos uno de los nombres...
¿Natalia Kaminski? Había escuchado ese nombre antes, por parte del mismo interlocutor, pero había sido casi como un murmuro, un vago recuerdo de una misión que no iba bien..., ella tendida en el suelo, sobre un charco de su propia sangre, su vista nublosa, no sentía ni escuchaba absolutamente nada. De pronto su tutor aparece, tomándola en sus brazos, ella trata de articular palabras, pero solo salen puros murmuros... ¿Que era lo que le quería decir?.., no lograba recordarlo, pero estaba en las ultimas debía ser algo importante. Eso no importaba, lo importante era que en su rescate, el enseñante había nombrado a una mujer entre otras palabras que ella no había llegado a entender, luego de eso quedo desmayada. Finalmente despierta en la cama de la enfermería de la academia, sin recuerdo alguno de su rescate o algo parecido.
De igual manera eso solo era una vaga memoria que no tenía redundancia alguna. Al sentir la mirada ajena sobre sus ojos inspiro un poco rápido, mas por las palabras que había escuchado. Aquel virus parecía algo demasiado serio como para seguir hablando, asintió y abrió la boca para hablar.
-Esta bien, master, estoy preparada para lo que sea.- En su voz y en sus ojos se podía ver reflejado aquella determinación que seria necesaria para su éxito.
¿Natalia Kaminski? Había escuchado ese nombre antes, por parte del mismo interlocutor, pero había sido casi como un murmuro, un vago recuerdo de una misión que no iba bien..., ella tendida en el suelo, sobre un charco de su propia sangre, su vista nublosa, no sentía ni escuchaba absolutamente nada. De pronto su tutor aparece, tomándola en sus brazos, ella trata de articular palabras, pero solo salen puros murmuros... ¿Que era lo que le quería decir?.., no lograba recordarlo, pero estaba en las ultimas debía ser algo importante. Eso no importaba, lo importante era que en su rescate, el enseñante había nombrado a una mujer entre otras palabras que ella no había llegado a entender, luego de eso quedo desmayada. Finalmente despierta en la cama de la enfermería de la academia, sin recuerdo alguno de su rescate o algo parecido.
De igual manera eso solo era una vaga memoria que no tenía redundancia alguna. Al sentir la mirada ajena sobre sus ojos inspiro un poco rápido, mas por las palabras que había escuchado. Aquel virus parecía algo demasiado serio como para seguir hablando, asintió y abrió la boca para hablar.
-Esta bien, master, estoy preparada para lo que sea.- En su voz y en sus ojos se podía ver reflejado aquella determinación que seria necesaria para su éxito.
Saber Lannister- Clasificación : Butei - Graduado
Rango : R
Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Edad : 32
Localización : Isla Academia~
Temas similares
» Saber Lannister [Butei R Graduado]
» Brisa marina~ [Priv.]
» Fría noche distante [Priv. Rosiel DunLaohaire]
» Nadie pidio tu compañia.... [priv. Ulfric G. Stark]
» Brisa marina~ [Priv.]
» Fría noche distante [Priv. Rosiel DunLaohaire]
» Nadie pidio tu compañia.... [priv. Ulfric G. Stark]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Abr 13, 2016 6:30 am por Minami Itsuki
» Gakuen Hetalia [Afiliacion de Elite]
Lun Dic 17, 2012 8:06 am por Invitado
» Censo Bimensual [Noviembre-Diciembre]
Miér Dic 05, 2012 3:14 am por Irisviel Von Einzbern
» Dorado Chase Ario Lavrovna
Lun Dic 03, 2012 11:30 pm por Dorado
» Hasta la vista.
Lun Dic 03, 2012 1:22 pm por Gumi Mortensen
» Buenas (?)
Jue Nov 22, 2012 12:17 am por Irisviel Von Einzbern
» Censo Bimensual [Septiembre-Octubre]
Lun Nov 19, 2012 1:34 am por Gumi Mortensen
» [Before: Rosiel] Gumi Mortensen
Lun Nov 19, 2012 1:17 am por Saber Lannister
» [~Palabras encadenadas~]
Lun Nov 19, 2012 12:41 am por Gumi Mortensen