Las cosas inesperadas suceden. [Rosiel DunLaoghaire]
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Las cosas inesperadas suceden. [Rosiel DunLaoghaire]
Así que Rosiel DunLaoghaire, igual, yo escuché cuando la chica de la cafetería le llamó Rosiel, así que supuse que ese era su nombre, había muchas cosas que quería preguntar, sin embargo el tiempo se acababa y ya alcanzaba a apreciarse el letrero del restaurante a unos cuantos metros, supongo que ya no tendría tiempo para preguntar muchas cosas en la privacidad de mi auto.
A pesar del silencio que invadía la atmósfera, éste se hacía un poco distinto al que había al inicio, era un silencio amigable, bonito, quizá hasta reconfortante... era de esas ocasiones en las que el silencio decía más que mil palabras. Una tonta sonrisa invadía mi rostro sin saber el por qué, el hecho de estar feliz era usual en mí, sin embargo esta vez no sonreía por simpatía ni para socializar, me salía del corazón el estar bien.
Uno de mis tics era poner mi mano sobre la cabecera del asiento contrario, así que por inercia lo puse allí, pero no me percaté de que estaba la chica tan cerca de ésta, así que hice un leve contacto con ella sin querer, en seguida retiré mi mano hacia el volante. — Disculpa... fue un impulso puesto que siempre lo hago... — sonreí algo apenado para seguir conduciendo, el restaurante estaba a escasos 50 metros, así que me fui orillando con cuidado para meterme a este y estacionarme.
Al estacionarme, me bajé y fui enseguida a abrir la puerta de mi compañera para que me acompañara, obviamente. Al estar fuera volteé hacia el restaurante y me dirigí a ella. — No vas a creerme, pero yo construí este restaurante... — Tras decir esto, algunas vagas memorias de lo que solía ser antes llegaron a mí y me puse serio por un momento, mi pasado fue revivido en cuestión de segundos, pero sólo lo dejé pasar, no dejaría que nada arruinara la estadía de esa chica conmigo; a mi parecer, era alguien que necesitaba socializar más, y yo estaba muy dispuesto a hacerlo, así que simplemente sonreí y le extendí mi mano para dirigirnos al lugar, nunca pude imaginar lo que nos esperaba dentro, que aunque destructivo, fue muy educativo y divertido... y algo costoso.
Al pararnos en la puerta, ésta se abrió automáticamente por el sensor, una joven muy linda y amable nos recibió y de inmediato me saludó agregando el prefijo "-sama". — No es para tanto, hoy vengo como cliente... — le sonreí a la chica y nos dirigimos a una mesa que tuviera buena vista y obviamente estuviera vacía... sin embargo, en la trayectoria me pareció ver a un grupo de sujetos algo extraños, todos parecían muy sospechosos y uno de ellos dijo algo relacionado con "Atacar Butei", esto simplemente me hizo ponerme algo alerta y sentarme lo más posible de ellos, sin llamar mucho la atención.
A pesar del silencio que invadía la atmósfera, éste se hacía un poco distinto al que había al inicio, era un silencio amigable, bonito, quizá hasta reconfortante... era de esas ocasiones en las que el silencio decía más que mil palabras. Una tonta sonrisa invadía mi rostro sin saber el por qué, el hecho de estar feliz era usual en mí, sin embargo esta vez no sonreía por simpatía ni para socializar, me salía del corazón el estar bien.
Uno de mis tics era poner mi mano sobre la cabecera del asiento contrario, así que por inercia lo puse allí, pero no me percaté de que estaba la chica tan cerca de ésta, así que hice un leve contacto con ella sin querer, en seguida retiré mi mano hacia el volante. — Disculpa... fue un impulso puesto que siempre lo hago... — sonreí algo apenado para seguir conduciendo, el restaurante estaba a escasos 50 metros, así que me fui orillando con cuidado para meterme a este y estacionarme.
Al estacionarme, me bajé y fui enseguida a abrir la puerta de mi compañera para que me acompañara, obviamente. Al estar fuera volteé hacia el restaurante y me dirigí a ella. — No vas a creerme, pero yo construí este restaurante... — Tras decir esto, algunas vagas memorias de lo que solía ser antes llegaron a mí y me puse serio por un momento, mi pasado fue revivido en cuestión de segundos, pero sólo lo dejé pasar, no dejaría que nada arruinara la estadía de esa chica conmigo; a mi parecer, era alguien que necesitaba socializar más, y yo estaba muy dispuesto a hacerlo, así que simplemente sonreí y le extendí mi mano para dirigirnos al lugar, nunca pude imaginar lo que nos esperaba dentro, que aunque destructivo, fue muy educativo y divertido... y algo costoso.
Al pararnos en la puerta, ésta se abrió automáticamente por el sensor, una joven muy linda y amable nos recibió y de inmediato me saludó agregando el prefijo "-sama". — No es para tanto, hoy vengo como cliente... — le sonreí a la chica y nos dirigimos a una mesa que tuviera buena vista y obviamente estuviera vacía... sin embargo, en la trayectoria me pareció ver a un grupo de sujetos algo extraños, todos parecían muy sospechosos y uno de ellos dijo algo relacionado con "Atacar Butei", esto simplemente me hizo ponerme algo alerta y sentarme lo más posible de ellos, sin llamar mucho la atención.
Re: Las cosas inesperadas suceden. [Rosiel DunLaoghaire]
Mantenía la mirada fija en el frente, sin apreciar realmente las cosas que pasaban a mi alrededor, sólo me limitaba a mirar la carretera que corría bajo las ruedas del vehículo en el que ahora me encontraba. El vehículo de un desconocido en realidad, quizá parecía una persona... amable, pero no sabia nada más allá de su nombre. Quizá era porque mis padres adoptivos jamás me dijeron eso de "no te vayas con desconocidos", cómo se solía decir a los niños pequeños, quizá me veían demasiado extraña cómo para que cualquiera quisiera secuestrarme.
Que poco aprecio me tenían por lo que veo...
El ambiente yacía silencioso, sin ruidos más allá del sonido del motor. Aunque apenas me di cuenta, no me resultaba incómodo, el silencio para mi era algo cómodo y con lo que me sentía familiarizada así que simplemente estaba... a gusto. Me sentía relajada y extrañamente cómoda junto a él en el coche.
Entonces noté algo que rozaba mi hombro. Era su mano. Al principio di un pequeño brinco en mi asiento, sorprendida por ese contacto tan fortuito aunque cuando retiró su mano fue cómo si se marchara algo que anhelaba.
¿Porqué está empezando ahora...?
Toda mi larga vida sin haber deseado contacto humano con nadie y ahora mi cuerpo parecía llamarlo. Quizá si que era una necesidad humana, cómo el mundo solía decir, pero jamás lo había creído.
El coche paró en pocos segundos vi a Itsuki tomar la puerta del vehículo para abrirla. Salí con cuidado, juntando mis piernas evitando que el vestido subiera y apoyé mis zapatos de tacón en el suelo para ponerme en pie. Di unos cortos pasos para que pudiera cerrar la puerta y me volteé a mirar el restaurante del que hablaba- ¿Lo construiste tu? -Así que era un chico más poderoso de lo que me pensaba... No parecía un vulgar restaurante de carretera y menos todavía uno de comida rápida, todo lo contrario, parecía de categoría, de alto nivel, no era de esos que con un simple billete pudieras comer.
Quizá debería haber cogido más dinero... No voy a permitir que invite, sólo le acabo de conocer, es de mala educación...
Caminamos hasta la puerta, la cual se abrió automáticamente y al entrar nos encontramos con una bella muchacha que nos saludó y por lo que parecía reconoció a Itsuki cómo dueño. Yo me limité a saludar con una sencilla inclinación de cabeza y esperé a que continuara caminando. Pasamos entre otras mesas, dirigiéndonos a la nuestra y, desgraciadamente, de camino pude ver a un grupo que reconocía a la perfección.
-Los de la semana pasada... -se me escapó decir aquello, aunque espero que fuera en un tono suficientemente bajo cómo para que no pudiera escucharlo.
Continuamos caminando ignorando su presencia, o eso parecía, aunque no podía evitar mirarles de reojo. Llegamos a nuestra mesa, bastante lejos de ellos y a la vez a la misma distancia del baño. Se me había ocurrido algo, si salía bien, no tenía porque pasar nada...
-Discúlpame un segundo. -dije con una sonrisa en los labios, intentando captar la atención de Itsuki en éstos en lugar de en mis manos que, disimuladamente, cogían el cuchillo que había cómo cubierto sobre la mesa el cual metí dentro de mi bolso. - Ahora regreso.
Caminé con tranquilidad pero a paso medianamente rápido hasta el baño, antes de entrar dirigí una mirada hacia aquel grupo, sabía que me estarían observando. La semana pasada conseguí escapar de ellos de milagro, yo sola sabía que no podría con ellos. Ahora lo único que pretendía era hacerles salir de ahí y si tenía que pelear con ellos fuera lo haría, pero no quería ninguna disputa en el local. Si mi plan salía cómo quería uno o todos me seguirían, eran tan cobardes que si veían una mujer indefensa serían capaces de atacarla.
Entré al baño, dónde estaban las pilas para lavarse las manos y esperé unos minutos. Sujeté el cuchillo con mi mano derecha la cual escondí en mi espalda por si las cosas no salían cómo tenía previsto y me puse alerta cuando vi a uno de ellos entrar.
-Pensé que nuestra primera vez sería en un lugar un poco más romántico... -dijo el malnacido con esa voz áspera e irritante que poseía.
Vestía bastante vulgar. Una sencilla chaqueta marrón acolchada, bajo la cual llevaba una camiseta blanca bastante holgada, además de unos jeans oscuros y unas zapatillas de deporte desgastadas y bastante sucias. No muy diferente de la otra vez que nos vimos.
Fue algo similar a esta vez. Me metí donde no me llamaban, pasé por su lado y escuché sus comentarios agresivos contra Butei... Nunca me gustó que me insultaran o que insultaran a algo con lo que me siento relacionada...
-Esas confianzas... -le advertí sin intentar ser muy agresiva, sabía que no estaba en una buena posición- No quiero problemas aquí dentro, si queréis pelea o lo que sea simplemente salimos y listo.
Comenzó a acortar las distancias, confiado de que no llevaba ningún arma encima y continuó con sus palabras sin sentido.
Que poco aprecio me tenían por lo que veo...
El ambiente yacía silencioso, sin ruidos más allá del sonido del motor. Aunque apenas me di cuenta, no me resultaba incómodo, el silencio para mi era algo cómodo y con lo que me sentía familiarizada así que simplemente estaba... a gusto. Me sentía relajada y extrañamente cómoda junto a él en el coche.
Entonces noté algo que rozaba mi hombro. Era su mano. Al principio di un pequeño brinco en mi asiento, sorprendida por ese contacto tan fortuito aunque cuando retiró su mano fue cómo si se marchara algo que anhelaba.
¿Porqué está empezando ahora...?
Toda mi larga vida sin haber deseado contacto humano con nadie y ahora mi cuerpo parecía llamarlo. Quizá si que era una necesidad humana, cómo el mundo solía decir, pero jamás lo había creído.
El coche paró en pocos segundos vi a Itsuki tomar la puerta del vehículo para abrirla. Salí con cuidado, juntando mis piernas evitando que el vestido subiera y apoyé mis zapatos de tacón en el suelo para ponerme en pie. Di unos cortos pasos para que pudiera cerrar la puerta y me volteé a mirar el restaurante del que hablaba- ¿Lo construiste tu? -Así que era un chico más poderoso de lo que me pensaba... No parecía un vulgar restaurante de carretera y menos todavía uno de comida rápida, todo lo contrario, parecía de categoría, de alto nivel, no era de esos que con un simple billete pudieras comer.
Quizá debería haber cogido más dinero... No voy a permitir que invite, sólo le acabo de conocer, es de mala educación...
Caminamos hasta la puerta, la cual se abrió automáticamente y al entrar nos encontramos con una bella muchacha que nos saludó y por lo que parecía reconoció a Itsuki cómo dueño. Yo me limité a saludar con una sencilla inclinación de cabeza y esperé a que continuara caminando. Pasamos entre otras mesas, dirigiéndonos a la nuestra y, desgraciadamente, de camino pude ver a un grupo que reconocía a la perfección.
-Los de la semana pasada... -se me escapó decir aquello, aunque espero que fuera en un tono suficientemente bajo cómo para que no pudiera escucharlo.
Continuamos caminando ignorando su presencia, o eso parecía, aunque no podía evitar mirarles de reojo. Llegamos a nuestra mesa, bastante lejos de ellos y a la vez a la misma distancia del baño. Se me había ocurrido algo, si salía bien, no tenía porque pasar nada...
-Discúlpame un segundo. -dije con una sonrisa en los labios, intentando captar la atención de Itsuki en éstos en lugar de en mis manos que, disimuladamente, cogían el cuchillo que había cómo cubierto sobre la mesa el cual metí dentro de mi bolso. - Ahora regreso.
Caminé con tranquilidad pero a paso medianamente rápido hasta el baño, antes de entrar dirigí una mirada hacia aquel grupo, sabía que me estarían observando. La semana pasada conseguí escapar de ellos de milagro, yo sola sabía que no podría con ellos. Ahora lo único que pretendía era hacerles salir de ahí y si tenía que pelear con ellos fuera lo haría, pero no quería ninguna disputa en el local. Si mi plan salía cómo quería uno o todos me seguirían, eran tan cobardes que si veían una mujer indefensa serían capaces de atacarla.
Entré al baño, dónde estaban las pilas para lavarse las manos y esperé unos minutos. Sujeté el cuchillo con mi mano derecha la cual escondí en mi espalda por si las cosas no salían cómo tenía previsto y me puse alerta cuando vi a uno de ellos entrar.
-Pensé que nuestra primera vez sería en un lugar un poco más romántico... -dijo el malnacido con esa voz áspera e irritante que poseía.
Vestía bastante vulgar. Una sencilla chaqueta marrón acolchada, bajo la cual llevaba una camiseta blanca bastante holgada, además de unos jeans oscuros y unas zapatillas de deporte desgastadas y bastante sucias. No muy diferente de la otra vez que nos vimos.
Fue algo similar a esta vez. Me metí donde no me llamaban, pasé por su lado y escuché sus comentarios agresivos contra Butei... Nunca me gustó que me insultaran o que insultaran a algo con lo que me siento relacionada...
-Esas confianzas... -le advertí sin intentar ser muy agresiva, sabía que no estaba en una buena posición- No quiero problemas aquí dentro, si queréis pelea o lo que sea simplemente salimos y listo.
Comenzó a acortar las distancias, confiado de que no llevaba ningún arma encima y continuó con sus palabras sin sentido.
- Spoiler:
- Dios... Lo siento, me ha salido larguísimo... Nunca suelen salirme así, cómo mucho 30 renglones... No te sientas en obligación de hacerlo tan largo, sé que no te lo he dejado fácil para continuar, pero fue lo único que se me ocurrió... Gomen
Gumi Mortensen- Clasificación : Miembro I-O Sys
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Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 29/09/2012
Re: Las cosas inesperadas suceden. [Rosiel DunLaoghaire]
Era la primera vez que me daba un tiempo para ver todos los rasgos de la chica, a decir verdad era muy bonita, a pesar de su tatuaje que parecía algo extraño, sin embargo, su tersa piel blanca como la nieve, parecía mezclarse muy bien con los turbulentos ojos amarillentos ajenos, su liso pelo blanco combinaba a la perfección con su color de piel, y su atuendo encajaba a la perfección con su apariencia natural. Parece que es una chica a la que le gusta preocuparse mucho por su apariencia... aunque no lo demuestre a simple vista... suspiré para volver a los ojos de la chica, que a decir verdad parecían un tanto perturbados... ¿Acaso ella se dio cuenta también de esos sujetos?
Habíamos estado escasos dos minutos sentados, no habíamos pedido nada y la mesera se aproximaba a tomar nuestro pedido. A pesar de esto, lo único que habitaba en mi mente era la presencia de esos sujetos, que para ser exacto, me incomodaba demasiado. Por fortuna, Rosiel dijo que iría al baño, en cuanto se puso de pie llamé a un par de meseros más. — ¿Cuántos sujetos hay en aquella mesa? — Pregunté en voz baja, haciendo un leve ademán imperceptible para cualquier persona ajena a la mesa. "Seis, pero ahora mismo hay sólo cinco..." recibí como respuesta de la moza. Así que seis... pensé detenidamente por unos instantes, y una leve sonrisa iluminó mi rostro. — Acérquense, tengo un plan. — Dije con una sonrisa confiada, juntando a los tres meseros conmigo...
La estrategia estaba hecha, un mesero se fue a la entrada de la puerta del baño de hombres, la mesera se fue a la puerta de entrada, y el otro se dirigió a atender la mesa de dichos sujetos. Mientras tanto, me dirigí hacia la cocina, fui con otra mesera y le dije que preparara seis tragos del mejor licor que había, mientras me metí a los vestíbulos y me puse un traje negro para parecer alguien importante ante ellos. Regresé a la cocina y tomando la charola con los seis tragos, salí hacia el área de mesas, tras esto volteé a ver a la chica de la recepción, esta sólo asintió con la cabeza, después hacia el chico del baño, éste reaccionó de igual forma. Vaya... así que lo han hecho... tsk... qué problema. Pensé mientras me dirigía hacia la mesa de estos tipos con una cómoda sonrisa fluida en el rostro. — Señores, lamentamos la lenta atención, en unos momentos una mesera vendrá a tomar su pedido, mientras tanto pueden disfrutar de estas bebidas, son por parte de la casa. — terminé con una sonrisa muy afectiva, mientras inspeccionaba todo.
— Disculpen mi insolencia, pero juraba que había seis de ustedes, ¿acaso conté mal? — Pregunté sin cuidado y muy confianzudo, la respuesta tardó mucho en llegar, y fue un poco corta y nerviosa, ésta sólo decía que yo estaba en lo correcto... sin embargo, ¿en dónde estaba el sujeto? — Ya veo... supongo que el otro chico está en el baño, bien, lo esperaré para disculparme con él también. — Uno de los hombres rió mientras observaba a otro, mientras que un tercero me observó enojado y me pidió que me retirara. — Lo siento, la política del restaurante no me deja hacer eso. — Contesté cordialmente, con una sonrisa que fingía incomodidad. "Disculpe, buen mozo... ¿sería tan amable de retirarse?" musitó un cuatro integrante con mucha clase.
El mesero que estaba en el baño de hombres parecía un poco alarmado, quizá había escuchado algo, me volteó a ver con ojos sorprendidos y yo le hice una seña con los ojos, éste asintió y se metió al baño de hombres, salió rápidamente y negó con la cabeza, la chica volteó hacia mí y negó también. — Mi distinguido caballero, me va a disculpar, pero, ya le dije que la política del lugar no me deja hacer eso. — El hombre se puso de pie muy molesto, mientras a sus espaldas el mesero caminaba al baño de mujeres, el hombre sacó un arma y la apuntó hacia mí, muchos gritos inundaron el lugar y una muy fuerte tos se escuchó proveniente del baño.
Rápidamente, el tercer mesero golpeó la cabeza del tipo que me apuntaba, mientras con el pie pateé una pata de la mesa, era una mesa algo pesada, esta calló en los dos sujetos de los extremos, de inmediato golpeé sus cuellos, de modo que quedaron inconscientes, el mesero golpeó al tercer sujeto y sacando mi S&W 500, me balanceé hacia el tercer sujeto, apuntando a su frente. — Oops... — Le dije con una leve risa. — Tal parece que la mesa estaba en mal estado... ya la reportaremos. — Volví a dirigirme al sujeto, que mostraba una señal de terror en sus ojos.
Habíamos estado escasos dos minutos sentados, no habíamos pedido nada y la mesera se aproximaba a tomar nuestro pedido. A pesar de esto, lo único que habitaba en mi mente era la presencia de esos sujetos, que para ser exacto, me incomodaba demasiado. Por fortuna, Rosiel dijo que iría al baño, en cuanto se puso de pie llamé a un par de meseros más. — ¿Cuántos sujetos hay en aquella mesa? — Pregunté en voz baja, haciendo un leve ademán imperceptible para cualquier persona ajena a la mesa. "Seis, pero ahora mismo hay sólo cinco..." recibí como respuesta de la moza. Así que seis... pensé detenidamente por unos instantes, y una leve sonrisa iluminó mi rostro. — Acérquense, tengo un plan. — Dije con una sonrisa confiada, juntando a los tres meseros conmigo...
La estrategia estaba hecha, un mesero se fue a la entrada de la puerta del baño de hombres, la mesera se fue a la puerta de entrada, y el otro se dirigió a atender la mesa de dichos sujetos. Mientras tanto, me dirigí hacia la cocina, fui con otra mesera y le dije que preparara seis tragos del mejor licor que había, mientras me metí a los vestíbulos y me puse un traje negro para parecer alguien importante ante ellos. Regresé a la cocina y tomando la charola con los seis tragos, salí hacia el área de mesas, tras esto volteé a ver a la chica de la recepción, esta sólo asintió con la cabeza, después hacia el chico del baño, éste reaccionó de igual forma. Vaya... así que lo han hecho... tsk... qué problema. Pensé mientras me dirigía hacia la mesa de estos tipos con una cómoda sonrisa fluida en el rostro. — Señores, lamentamos la lenta atención, en unos momentos una mesera vendrá a tomar su pedido, mientras tanto pueden disfrutar de estas bebidas, son por parte de la casa. — terminé con una sonrisa muy afectiva, mientras inspeccionaba todo.
— Disculpen mi insolencia, pero juraba que había seis de ustedes, ¿acaso conté mal? — Pregunté sin cuidado y muy confianzudo, la respuesta tardó mucho en llegar, y fue un poco corta y nerviosa, ésta sólo decía que yo estaba en lo correcto... sin embargo, ¿en dónde estaba el sujeto? — Ya veo... supongo que el otro chico está en el baño, bien, lo esperaré para disculparme con él también. — Uno de los hombres rió mientras observaba a otro, mientras que un tercero me observó enojado y me pidió que me retirara. — Lo siento, la política del restaurante no me deja hacer eso. — Contesté cordialmente, con una sonrisa que fingía incomodidad. "Disculpe, buen mozo... ¿sería tan amable de retirarse?" musitó un cuatro integrante con mucha clase.
El mesero que estaba en el baño de hombres parecía un poco alarmado, quizá había escuchado algo, me volteó a ver con ojos sorprendidos y yo le hice una seña con los ojos, éste asintió y se metió al baño de hombres, salió rápidamente y negó con la cabeza, la chica volteó hacia mí y negó también. — Mi distinguido caballero, me va a disculpar, pero, ya le dije que la política del lugar no me deja hacer eso. — El hombre se puso de pie muy molesto, mientras a sus espaldas el mesero caminaba al baño de mujeres, el hombre sacó un arma y la apuntó hacia mí, muchos gritos inundaron el lugar y una muy fuerte tos se escuchó proveniente del baño.
Rápidamente, el tercer mesero golpeó la cabeza del tipo que me apuntaba, mientras con el pie pateé una pata de la mesa, era una mesa algo pesada, esta calló en los dos sujetos de los extremos, de inmediato golpeé sus cuellos, de modo que quedaron inconscientes, el mesero golpeó al tercer sujeto y sacando mi S&W 500, me balanceé hacia el tercer sujeto, apuntando a su frente. — Oops... — Le dije con una leve risa. — Tal parece que la mesa estaba en mal estado... ya la reportaremos. — Volví a dirigirme al sujeto, que mostraba una señal de terror en sus ojos.
Re: Las cosas inesperadas suceden. [Rosiel DunLaoghaire]
Sentía cómo la claustrofobia se apiadaba de mi y me ponía la piel de gallina. Nunca me había gustado la sensación de estar acorralada sin ningún tipo de escapatoria y menos aún estando armada con un sencillo y vil cuchillo de restaurante. Notaba cómo el frío metal se mantenía firme y duro bajo mis dedos que lo apretaban cada vez más al notar los pasos de ese sujeto acercándose a mi en busca de venganza.
La mirada vacía de aquel hombre me provocaba un escalofrío por toda la columna vertebral. Podía notar cómo su maquiavélica mente ideaba una y mil maneras de acabar conmigo. Pero no pensaba ponérselo fácil, quizá no tendría mis katanas, pero lo mío era el cuerpo a cuerpo... Vale, nunca había sido muy buena dando golpes ni tan siquiera recibiéndolos pero tenía unos buenos músculos, así que algo podría hacer.
Vi cómo avanzaba los escasos centímetros que quedaban entre nosotros y decidí alejarme, dar un paso a mi izquierda y salir por la puerta pero de ella escuché unos gritos que no me hicieron ninguna gracia. Parecían gritos de miedo y angustia, cómo si alguna clase de maníaco homicida hubiera hecho acto de presencia en el restaurante.
-¡No!
Fue lo único que pudo salir de mis labios. No quería que pasara nada, me estaba arriesgando para no meterle en problemas y lo último que quería es haber provocado eso mismo de lo que quería alejarle al haberme ido. No quería que le pasara nada, ahora no.
Noté cómo aquel tipo me agarraba de la cintura con fuerza cuando intenté salir del baño. Sus manos rudas y fuertes parecía que mi cuerpo no las sentía. Sólo intentaba escapar y saber qué estaba pasando ahí fuera, necesitaba saber si estaba bien. No entendía porqué, incluso me estaba arriesgando por su seguridad... Incluso algunas lágrimas de rabia comenzaron a salir al notar que esos brazos no me dejaban salir. Comenzaba a agobiarme, sentía miedo y pánico, no entendía que me estaba pasando y eso provocaba más estrés. Lo único que pude hacer fue sacar aquel cuchillo y rasgarle el brazo, intentando conseguir que así me soltara y, tras un par de cortes, logré que esos brazos dejaran de rodearme. Me apoyé en la pared cómo pude, girando la vista un segundo para ver cómo se apoyaba en la pared contraria al igual que yo y para asegurarme que no intentaría salir en los próximos minutos le propiné una patada en las joyas de la corona con el tacón del zapato.
Llevaba el cabello despeinado, alguna uña rota y los ojos bañados en lágrimas, pero me daba realmente igual, sólo quería abrir esa puerta y saber qué estaba pasando.
Salí, abrí la puerta rápidamente y me apoyé en el marco con las manos a cada lado y buscando con la mirada nuestra mesa.
-No está.... ¡Mierda!
Empecé a buscar rápidamente por el local la mesa dónde estaban los hombres de antes y encontré una situación que no me hizo ninguna gracia. Me quedé estática unos segundos, sin poder mover siquiera los músculos de mi rostro.
Volvía a notar aquello. Volví a recordar la sensación que tuve el primer día que entré a Butei. Esa sensación que me obligó a entrar a Butei y aprender todo lo que fuera necesario para proteger tanto a mis seres queridos cómo a mi. No pude protegerla a ella aquel día pero me prometí que haría lo que fuera para que nadie más saliera herido por mi culpa y... de nuevo volvía a notar esa voz que me gritaba que no podía permitir que saliera herido.
Reaccioné. Tras pensar detenidamente todo lo que estaba pasando por mi mente pude aclarar medianamente mis ideas y los músculos de mi cuerpo al fin obedecieron mis órdenes y mis piernas empezaron a correr hacia el lugar dónde estaban aquellos tipos.
Apenas tardé unos segundos, a mi parecer fueron eternos, pero mi alrededor sólo había notado un instante pasar. Paré en seco frente a la mesa, Itsuki no estaba, sólo podía ver a aquellos tipos hechos polvo y algo malheridos, además de un muchacho que estaba despaldas a mi, vestido con un traje.
-Pff.... -suspiré mientras llevaba mi cabellera hacia atrás, retirando los mechones de mi cabello que me molestaban e intenté relajarme un momento- ¿Dónde narices estás...? -Me había tranquilizado, saber que aquellos tipos ya no estaban para pelear me había quitado un peso de encima.
La mirada vacía de aquel hombre me provocaba un escalofrío por toda la columna vertebral. Podía notar cómo su maquiavélica mente ideaba una y mil maneras de acabar conmigo. Pero no pensaba ponérselo fácil, quizá no tendría mis katanas, pero lo mío era el cuerpo a cuerpo... Vale, nunca había sido muy buena dando golpes ni tan siquiera recibiéndolos pero tenía unos buenos músculos, así que algo podría hacer.
Vi cómo avanzaba los escasos centímetros que quedaban entre nosotros y decidí alejarme, dar un paso a mi izquierda y salir por la puerta pero de ella escuché unos gritos que no me hicieron ninguna gracia. Parecían gritos de miedo y angustia, cómo si alguna clase de maníaco homicida hubiera hecho acto de presencia en el restaurante.
-¡No!
Fue lo único que pudo salir de mis labios. No quería que pasara nada, me estaba arriesgando para no meterle en problemas y lo último que quería es haber provocado eso mismo de lo que quería alejarle al haberme ido. No quería que le pasara nada, ahora no.
Noté cómo aquel tipo me agarraba de la cintura con fuerza cuando intenté salir del baño. Sus manos rudas y fuertes parecía que mi cuerpo no las sentía. Sólo intentaba escapar y saber qué estaba pasando ahí fuera, necesitaba saber si estaba bien. No entendía porqué, incluso me estaba arriesgando por su seguridad... Incluso algunas lágrimas de rabia comenzaron a salir al notar que esos brazos no me dejaban salir. Comenzaba a agobiarme, sentía miedo y pánico, no entendía que me estaba pasando y eso provocaba más estrés. Lo único que pude hacer fue sacar aquel cuchillo y rasgarle el brazo, intentando conseguir que así me soltara y, tras un par de cortes, logré que esos brazos dejaran de rodearme. Me apoyé en la pared cómo pude, girando la vista un segundo para ver cómo se apoyaba en la pared contraria al igual que yo y para asegurarme que no intentaría salir en los próximos minutos le propiné una patada en las joyas de la corona con el tacón del zapato.
Llevaba el cabello despeinado, alguna uña rota y los ojos bañados en lágrimas, pero me daba realmente igual, sólo quería abrir esa puerta y saber qué estaba pasando.
Salí, abrí la puerta rápidamente y me apoyé en el marco con las manos a cada lado y buscando con la mirada nuestra mesa.
-No está.... ¡Mierda!
Empecé a buscar rápidamente por el local la mesa dónde estaban los hombres de antes y encontré una situación que no me hizo ninguna gracia. Me quedé estática unos segundos, sin poder mover siquiera los músculos de mi rostro.
Volvía a notar aquello. Volví a recordar la sensación que tuve el primer día que entré a Butei. Esa sensación que me obligó a entrar a Butei y aprender todo lo que fuera necesario para proteger tanto a mis seres queridos cómo a mi. No pude protegerla a ella aquel día pero me prometí que haría lo que fuera para que nadie más saliera herido por mi culpa y... de nuevo volvía a notar esa voz que me gritaba que no podía permitir que saliera herido.
Reaccioné. Tras pensar detenidamente todo lo que estaba pasando por mi mente pude aclarar medianamente mis ideas y los músculos de mi cuerpo al fin obedecieron mis órdenes y mis piernas empezaron a correr hacia el lugar dónde estaban aquellos tipos.
Apenas tardé unos segundos, a mi parecer fueron eternos, pero mi alrededor sólo había notado un instante pasar. Paré en seco frente a la mesa, Itsuki no estaba, sólo podía ver a aquellos tipos hechos polvo y algo malheridos, además de un muchacho que estaba despaldas a mi, vestido con un traje.
-Pff.... -suspiré mientras llevaba mi cabellera hacia atrás, retirando los mechones de mi cabello que me molestaban e intenté relajarme un momento- ¿Dónde narices estás...? -Me había tranquilizado, saber que aquellos tipos ya no estaban para pelear me había quitado un peso de encima.
Gumi Mortensen- Clasificación : Miembro I-O Sys
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Fecha de inscripción : 29/09/2012
Re: Las cosas inesperadas suceden. [Rosiel DunLaoghaire]
El miedo que emanaban los ojos de aquel sujeto, y la situación actual me traían mucha nostalgia, cosas buenas y cosas malas llegaban a mi mente, mi pasado lentamente revivía y parecía volver a atormentarme... en ese momento... ¿por qué no pude hacer nada para salvar a mis compañeros? Sería una duda que me acompañaría por el resto de mi vida, una pesadilla que me atormentaría todas las noches, haciéndolas turbulentas e infinitas. El hecho de no poder salvar a tus amigos en una misión en conjunto me había hecho inseguro, ahora sólo quería hacer las misiones solo, sin nadie a mi lado... y de ser así, estaba dispuesto a dar la vida por salvarlos. Quizá sería una tontería, pero ahora no podía ver a alguna persona en peligro, porque saltaba a defenderlos, actuaba sin juzgar, me había vuelto neutro por completo, no ayudaba a Butei, ayudaba a cualquier persona que necesitara de mi ayuda.
Estaba apoyándome mucho en la mesa, de modo que mi traje comenzaba a arrugarse, volteé hacia abajo para ver si ya estaba muy arrugado. Tsch... qué problema. Pensé levantándome un poco... unos pasos ligeros se aproximaron hacia mí por la espalda, podía ser ella, o alguno de los empleados, decidí no darles mucha importancia, así que simplemente continué apuntando a la frente de aquel sujeto, uno de los meseros estaba a mi lado, volteé a verlo. — El plan sigue en pie, tú sabes muy bien qué hacer. — Le dije, poniéndome de pie, acomodando mi saco y ajustando mi corbata con cuidado tras escuchar unas dulces palabras de una voz femenina, de la persona que, precisamente, estaba atrás de mí.
Vaya que esta chica es despistada, ¿acaso no se da cuenta que soy yo?... ¿O es que está buscando a otro sujeto?... Quién sabe... Pensé por un momento y me di media vuelta despacio para ver a la chica detrás de mí. Con una sonrisa, tomé su mano con cuidado y le dirigí unas cuantas palabras. — Me alegra que estés bien... — Volteé hacia la mesera de la recepción y le di una señal para que se retirara, todo había resultado tal y como lo planeé. Tomé con un poco más de ligereza la mano de la chica y comencé a caminar hacia una mesa. — Anda, vamos a comer... que no puedo pensar bien con el estómago vacío... — Le dije a la chica sin voltear a verla, mientras caminábamos y los empleados arreglaban todo el lugar.
El mesero tomó al sujeto que estaba consciente y lo llevó dentro de la cocina, mientras que otros empleados sacaban a los otros tipos y los arrojaban a la calle, aún inconscientes. "Todo bien, señor." dijo uno de los empleados dirigiéndose a mí. — Bien, ahora tomen nuestro pedido... — Concluí con una sonrisa dirigiéndome al mesero, para voltear a ver a Rosiel a los ojos, sin soltar ni por un momento su mano.
Estaba apoyándome mucho en la mesa, de modo que mi traje comenzaba a arrugarse, volteé hacia abajo para ver si ya estaba muy arrugado. Tsch... qué problema. Pensé levantándome un poco... unos pasos ligeros se aproximaron hacia mí por la espalda, podía ser ella, o alguno de los empleados, decidí no darles mucha importancia, así que simplemente continué apuntando a la frente de aquel sujeto, uno de los meseros estaba a mi lado, volteé a verlo. — El plan sigue en pie, tú sabes muy bien qué hacer. — Le dije, poniéndome de pie, acomodando mi saco y ajustando mi corbata con cuidado tras escuchar unas dulces palabras de una voz femenina, de la persona que, precisamente, estaba atrás de mí.
Vaya que esta chica es despistada, ¿acaso no se da cuenta que soy yo?... ¿O es que está buscando a otro sujeto?... Quién sabe... Pensé por un momento y me di media vuelta despacio para ver a la chica detrás de mí. Con una sonrisa, tomé su mano con cuidado y le dirigí unas cuantas palabras. — Me alegra que estés bien... — Volteé hacia la mesera de la recepción y le di una señal para que se retirara, todo había resultado tal y como lo planeé. Tomé con un poco más de ligereza la mano de la chica y comencé a caminar hacia una mesa. — Anda, vamos a comer... que no puedo pensar bien con el estómago vacío... — Le dije a la chica sin voltear a verla, mientras caminábamos y los empleados arreglaban todo el lugar.
El mesero tomó al sujeto que estaba consciente y lo llevó dentro de la cocina, mientras que otros empleados sacaban a los otros tipos y los arrojaban a la calle, aún inconscientes. "Todo bien, señor." dijo uno de los empleados dirigiéndose a mí. — Bien, ahora tomen nuestro pedido... — Concluí con una sonrisa dirigiéndome al mesero, para voltear a ver a Rosiel a los ojos, sin soltar ni por un momento su mano.
Re: Las cosas inesperadas suceden. [Rosiel DunLaoghaire]
Tras echarme el cabello hacia atrás con ambas manos reconocí la voz procedente de aquel hombre. Era él. ¿De verdad era él? ¿Tan metida en mis pensamientos estaba y en la idea de acabar con este problema que no me había dado cuenta que el hombre que había ante mi era él? Era un maldito desastre, siempre lo era, pero no esperaba fallar en algo así. Aún así me alegré, una sonrisa enorme brotó de mis labios al saber que no había recibido ni un rasguño y el momento en qué tomó mi mano me relajé cómo nunca lo había estado.
Seguí sus pasos sin tan siquiera mirar dónde pisaba, sólo seguía el camino que formaban sus pies al son de los míos.
Nos sentamos en la mesa de antes y dejé mi bolso colgando del respaldo de la silla. Me senté tras soltar su mano, la cual volví a coger tras tomar asiento cómodamente. Se sentía tan cálida y reconfortante que era incapaz siquiera de soltarla pero tenía que mirar la carta para saber qué escoger para comer. Le miré a los ojos y me di cuenta que los suyos estaban posados en mi y los colores subieron rápidamente a mis mejillas sin darme siquiera tiempo a analizar lo que estaba pasando en la piel de mi rostro. Un ligero vuelco al corazón. Sentí aquello cuando noté esos ojos clavarse sobre los míos y retiré rápidamente la mano avergonzada. Todavía no me acostumbraba a que alguien me mirara cómo lo hacía él, cómo esperando una respuesta o algún gesto de mi parte. La gente solía mirarme solo de reojo o de paso, no se me quedaban mirando a no ser que fuera para... cosas cómo las de antes.
Cogí la carta de platos, no sin antes pasar la mirada por todas y cada una de las cosas que había sobre la mesa. Los platos estaban perfectamente limpios e impolutos, el mantel y las servilletas no tenían ni una mísera mancha y los cubiertos brillaban cómo si fueran acabados de pulir. Excepto mi cuchillo, el cual yacía ahora en el baño cubierto con algo de sangre.
Entonces me di cuenta que no encajaba ahí, no ahora. Mi cabello revuelto, mis uñas rotas y con el maquillaje algo corrido. Ese lugar no estaba hecho para mi... Quizá para la Rosiel de siempre sí, pero para mí, ahora mismo, no... Y eso me estaba revolviendo por dentro.
Intenté quitarme eso de la cabeza mirando la carta. Todos eran diferentes, extremadamente elaborados y con unos nombres que les hacían parecer exquisito pero aparte de eso tenían algo más en común. Un precio que salía muchísimo de mi presupuesto. No iba a permitir que él tuviera que pagar la comida. Era su restaurante, y por eso mismo no quería que él tuviera que pagar, eso sería aprovecharse demasiado de la situación. Así que observé la carta de arriba a abajo buscando algún plato apetecible de la gran lista que había y que no saliera del presupuesto que tenía y no tardé mucho en encontrarlo.
Ensalada de col lombarda aderezada con salsa césar y vinagre de manzana, acompañado de trozos de cebolla y zanahoria fresca, además de unos pequeños tacos de queso de cabra y otros de salmón. Delicious...
Parecía apetecible hasta límites insospechados y podía pagarlo perfectamente con el dinero que llevaba encima así que me decanté por eso. Dejé la carta sobre la mesa, doblada, en el espacio hueco que había al lado de mi plato y volví la vista hacia Itsuki. El continuaba mirando la carta buscando algún plato. Yo tenía las manos sobre la mesa en ese momento, costumbre que había adquirido con los años. Sabía que no era de buena educación pero son de esas cosas que se te quedan desde que eras pequeña y no podía evitar hacerlo. Entonces miré de nuevo mis manos. La derecha estaba perfecta, ninguna imperfección y la piel parecía tersa y clara cómo siempre. Pero la izquierda... estaba empezando a ponerme nerviosa. Esa uña parecía estar gritándome que saliera de ahí.
Al final eso de oír voces será un problema...
No, no oigo voces, pero cómo si lo fuera. Es esa sensación cómo si te estuvieran hablando, pero sabes que no es así, sólo... son tonterías. Quizá me preocupo demasiado por mi imagen, quizá lo llevo demasiado al límite pero.. no puedo evitarlo.
Bajé ambas manos hasta mi regazo, escondiéndolas de que cualquiera pudiera verlas y me limité a buscar algún otro lugar al que mirar, desviando la mirada continuamente. No me apetecía continuar mirando mis manos.
Seguí sus pasos sin tan siquiera mirar dónde pisaba, sólo seguía el camino que formaban sus pies al son de los míos.
Nos sentamos en la mesa de antes y dejé mi bolso colgando del respaldo de la silla. Me senté tras soltar su mano, la cual volví a coger tras tomar asiento cómodamente. Se sentía tan cálida y reconfortante que era incapaz siquiera de soltarla pero tenía que mirar la carta para saber qué escoger para comer. Le miré a los ojos y me di cuenta que los suyos estaban posados en mi y los colores subieron rápidamente a mis mejillas sin darme siquiera tiempo a analizar lo que estaba pasando en la piel de mi rostro. Un ligero vuelco al corazón. Sentí aquello cuando noté esos ojos clavarse sobre los míos y retiré rápidamente la mano avergonzada. Todavía no me acostumbraba a que alguien me mirara cómo lo hacía él, cómo esperando una respuesta o algún gesto de mi parte. La gente solía mirarme solo de reojo o de paso, no se me quedaban mirando a no ser que fuera para... cosas cómo las de antes.
Cogí la carta de platos, no sin antes pasar la mirada por todas y cada una de las cosas que había sobre la mesa. Los platos estaban perfectamente limpios e impolutos, el mantel y las servilletas no tenían ni una mísera mancha y los cubiertos brillaban cómo si fueran acabados de pulir. Excepto mi cuchillo, el cual yacía ahora en el baño cubierto con algo de sangre.
Entonces me di cuenta que no encajaba ahí, no ahora. Mi cabello revuelto, mis uñas rotas y con el maquillaje algo corrido. Ese lugar no estaba hecho para mi... Quizá para la Rosiel de siempre sí, pero para mí, ahora mismo, no... Y eso me estaba revolviendo por dentro.
Intenté quitarme eso de la cabeza mirando la carta. Todos eran diferentes, extremadamente elaborados y con unos nombres que les hacían parecer exquisito pero aparte de eso tenían algo más en común. Un precio que salía muchísimo de mi presupuesto. No iba a permitir que él tuviera que pagar la comida. Era su restaurante, y por eso mismo no quería que él tuviera que pagar, eso sería aprovecharse demasiado de la situación. Así que observé la carta de arriba a abajo buscando algún plato apetecible de la gran lista que había y que no saliera del presupuesto que tenía y no tardé mucho en encontrarlo.
Ensalada de col lombarda aderezada con salsa césar y vinagre de manzana, acompañado de trozos de cebolla y zanahoria fresca, además de unos pequeños tacos de queso de cabra y otros de salmón. Delicious...
Parecía apetecible hasta límites insospechados y podía pagarlo perfectamente con el dinero que llevaba encima así que me decanté por eso. Dejé la carta sobre la mesa, doblada, en el espacio hueco que había al lado de mi plato y volví la vista hacia Itsuki. El continuaba mirando la carta buscando algún plato. Yo tenía las manos sobre la mesa en ese momento, costumbre que había adquirido con los años. Sabía que no era de buena educación pero son de esas cosas que se te quedan desde que eras pequeña y no podía evitar hacerlo. Entonces miré de nuevo mis manos. La derecha estaba perfecta, ninguna imperfección y la piel parecía tersa y clara cómo siempre. Pero la izquierda... estaba empezando a ponerme nerviosa. Esa uña parecía estar gritándome que saliera de ahí.
Al final eso de oír voces será un problema...
No, no oigo voces, pero cómo si lo fuera. Es esa sensación cómo si te estuvieran hablando, pero sabes que no es así, sólo... son tonterías. Quizá me preocupo demasiado por mi imagen, quizá lo llevo demasiado al límite pero.. no puedo evitarlo.
Bajé ambas manos hasta mi regazo, escondiéndolas de que cualquiera pudiera verlas y me limité a buscar algún otro lugar al que mirar, desviando la mirada continuamente. No me apetecía continuar mirando mis manos.
Gumi Mortensen- Clasificación : Miembro I-O Sys
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Fecha de inscripción : 29/09/2012
Re: Las cosas inesperadas suceden. [Rosiel DunLaoghaire]
Una horrible tristeza inundó mi ser de un momento a otro, cuando ella soltó mi mano para revisar la carta del menú, que muy amablemente nos proporcionaba uno de los meseros. Tomé la carta con ambas manos, y por leves intervalos de tiempo, volteaba a ver a la chica. ¿Qué había en ella que llamaba tanto mi atención? ¿Por qué se me hacía un aspecto tan familiar? ¿Por qué su tacto me recordaba a "ella" aunque fueran dos personas completamente distintas? Las preguntas merodeaban turbulentas mi mente, que se encontraba algo seca por la resaca y la ayuna.
La chica ordenó su comida, a decir verdad era algo muy barato, ¿Acaso se estaba conteniendo? ¿O simplemente no tenía el suficiente dinero? Tras una sonrisa, bajé mi carta con delicadeza, la postré en la mesa y coloqué mis manos encima de esta mientras observaba a la chica, giré mi cabeza hacia el mesero. — Yo quiero lo mismo que ella. — Tomé la carta de nuevo y se la proporcioné de regreso a éste chico. Él tomó ambas cartas y tras asentir se retiró hacia la cocina.
La puerta del baño de damas se abrió y salió un empleado, se dirigió hasta la mesa. "Todo fue tal y como lo pensó, señor... ¿Qué debemos hacer?", dijo éste con suma cortesía dirigiendo su rostro hacia mí, con una voz tranquila, serena y fría, usando un volumen legible para la chica y para mí solamente. — Bien, todo resultó como lo planeé... la estrategia sigue en marcha, llévalo al cuarto que está en la cocina, junto a los demás, ahora estoy ocupado pero los atenderé más tarde. — Concluí volteando a ver a la chica, mi semblante se hizo serio, pero confortable, la miraba con una gran ternura y tranquilidad. Había estado notando que era una persona que no había tenido mucho contacto con otras personas, ahora, ella escondía sus manos en su regazo. El mesero asintió y salió de la escena con gran velocidad, dirigiéndose al baño después de llamar a un par de empleados más.
Mientras tanto, miré a la chica a los ojos, sus mejillas habían tomado cierto color carmesí, que resaltaba por su piel tan blanca, haciéndola parecer muy bella. Con una sonrisa y con un leve movimiento acerqué mi mano hacia el rostro de ella, postré la palma de mi mano sobre la mejilla ajena con cuidado. — Siento que... yo te conozco de alguna parte... — Sonreí mientras mantenía mi mano en su suave y tersa piel. — ¿Tú eres de Amissa? Tienes un aire de extranjera... — Pregunté sin cuidado, esperando una respuesta certera, aunque quizá recibiría un golpe por mis acciones, ella parecía no simpatizar mucho con la gente de mi misma forma de ser, podía parecer una tontería, pero cada persona tenía sus propios motivos para hacer algo.
La chica ordenó su comida, a decir verdad era algo muy barato, ¿Acaso se estaba conteniendo? ¿O simplemente no tenía el suficiente dinero? Tras una sonrisa, bajé mi carta con delicadeza, la postré en la mesa y coloqué mis manos encima de esta mientras observaba a la chica, giré mi cabeza hacia el mesero. — Yo quiero lo mismo que ella. — Tomé la carta de nuevo y se la proporcioné de regreso a éste chico. Él tomó ambas cartas y tras asentir se retiró hacia la cocina.
La puerta del baño de damas se abrió y salió un empleado, se dirigió hasta la mesa. "Todo fue tal y como lo pensó, señor... ¿Qué debemos hacer?", dijo éste con suma cortesía dirigiendo su rostro hacia mí, con una voz tranquila, serena y fría, usando un volumen legible para la chica y para mí solamente. — Bien, todo resultó como lo planeé... la estrategia sigue en marcha, llévalo al cuarto que está en la cocina, junto a los demás, ahora estoy ocupado pero los atenderé más tarde. — Concluí volteando a ver a la chica, mi semblante se hizo serio, pero confortable, la miraba con una gran ternura y tranquilidad. Había estado notando que era una persona que no había tenido mucho contacto con otras personas, ahora, ella escondía sus manos en su regazo. El mesero asintió y salió de la escena con gran velocidad, dirigiéndose al baño después de llamar a un par de empleados más.
Mientras tanto, miré a la chica a los ojos, sus mejillas habían tomado cierto color carmesí, que resaltaba por su piel tan blanca, haciéndola parecer muy bella. Con una sonrisa y con un leve movimiento acerqué mi mano hacia el rostro de ella, postré la palma de mi mano sobre la mejilla ajena con cuidado. — Siento que... yo te conozco de alguna parte... — Sonreí mientras mantenía mi mano en su suave y tersa piel. — ¿Tú eres de Amissa? Tienes un aire de extranjera... — Pregunté sin cuidado, esperando una respuesta certera, aunque quizá recibiría un golpe por mis acciones, ella parecía no simpatizar mucho con la gente de mi misma forma de ser, podía parecer una tontería, pero cada persona tenía sus propios motivos para hacer algo.
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Lun Nov 19, 2012 1:34 am por Gumi Mortensen
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Lun Nov 19, 2012 12:41 am por Gumi Mortensen