De camino a... [Minami Itsuki]

Me encontraba delante del enorme espejo de mi habitación, observando lo mucho que mi cabello había crecido y lo claro que se estaba volviendo por el Sol. Siempre había tenido ese toque violeta que tanto me gustaba, nadie supo jamás el porqué del color tan extraño pero a mi me encantaba, lo malo es que después del verano se había aclarado demasiado, ese toque ya no estaba y parecía completamente blanco. Cómo si fuera una anciana o hubiera teñido mi cabello...
Lo recogí en una cola alta y larga con una cinta de raso blanco y terminé de vestirme, nada más faltaba colocarme los zapatos de tacón alto blancos a conjunto con el vestido.
Acerqué mi rostro al espejo para comprobar que todo estuviera perfectamente y así era. Ni una imperfección, las cejas bien delineadas y mis ojos se veían enormes y dorados cómo siempre, lo único que no terminaba de convencerme era el tatuaje... Hacía demasiados años que me lo había hecho y comenzaba a emborronarse poco a poco.
Pasé el dedo índice de mi mano desde la frente hasta la clavícula, delineando con él una linea continua del tatuaje.

Pronto deberás buscar un tatuador que te lo repase...

Cogí el pequeño bolso del mismo color que el vestido y salí a la calle.
En realidad iba sin rumbo fijo, sólo me apetecía dar una vuelta con tranquilidad, sin problemas en la cabeza y sin ninguna obligación de verdad. Quizá tomaría un helado de melón o una bolsa de golosinas o a lo mejor me iba al restaurante coreano del otro día y tomaría un poco de sopa... Era casi medio día e iba con el objetivo de ir a comer a algún lugar pero antes de ello pasé por el patio de la Academia y me senté en uno de los múltiples bancos que había, saqué un cigarrillo de mi bolso y lo encendí, aspirando el humo avainillado.

Tenía mi brazo derecho descansando sobre mi regazo y las piernas cruzadas cual dama. En ningún momento podría sentarme en alguna postura ordinaria, aunque las piernas me estaban matando ya que el día anterior había estado casi todo el día corriendo para entrenar y me dolían un horror.
Me disponía a dar otra calada más al cigarrillo pero me sobre salté, apenas a un paso de mi escuché una voz masculina que parecía estar dirigiéndose a mi. Giré la vista para poder inspeccionar de quien se trataba. Parecía alguien desconocido, o al menos su rostro no me sonaba de nada. Le miré de pies a cabeza. Ropas normales. No parecía nada del otro mundo... Sólo un chico normal.

-No voy a venderte nada -dije con seriedad y sin mirarle tan siquiera a los ojos.

¿Porqué tendría que venderle un cigarrillo? Tampoco sacaría nada a cambio, unas míseras monedas. ¿Tanto le costaba ir a pedírselo a otra persona? Titubeé unos segundos, mirando a mi alrededor y comprobando que nadie más parecía estar fumando. Así que me apiadé un poco de él y rebusqué en mi bolso intentando encontrar el tabaco. Una vez estuvo en mis manos, con el índice y el dedo corazón saqué el cigarro entre ellos y se lo puse ante él.

-No tienes que pagarme nada. -le respondí de manera seria de nuevo.

Las personas que parecían tan risueñas y felices al final eran las peores, las más retorcidas, crueles y sádicas. Así que jamás me fiaba de una sonrisa y menos de una cómo la suya... Simplemente me digné a darle un cigarrillo y a continuar el mío.

-Son de sabor vainilla, te lo advierto. -se lo comenté ya que no a todo el mundo le solían gustar ese tipo de cigarros.

La chica se negó a venderme un cigarrillo sin siquiera verme a los ojos. Vaya actitud... era más que obvio que se trataba de una cría sin modales. me quedé parado un momento observando los alrededores, buscando a otra persona que tuviera cigarrillos, en mi tonta lucha por buscar, la chica se giró hacia mí y me ofreció uno de ella, parecía tener lástima. Igual ella quería que no le pagara por él.

Mi sonrisa se esfumó en ese momento, me puse totalmente serio. Tsch... Nunca antes había fumado un cigarrillo de vainilla, y esta no sería la primera ocasión.
Tomé entre mis dedos el cigarro que la chica me proporcionó, lo observé por unos momentos y lo sostuve con la parte trasera superior de mi oreja, metí mis manos a mi bolso y saqué unos pocos billetes que me habían sobrado, junto con las llaves de mi auto.

Me quedé pensando por un momento y tomé los billetes, no era mucho, eran apenas unos 20 dólares estadounidenses, igual, con eso podría comprarse algunas seis o siete cajetillas de esos cigarros. Me acerqué a ella y se los puse en su regazo, sabría que ella no los aceptaría. — Vaya que, ahora la gente es muy irrespetuosa... deberían enseñarles modales... — seguí con mi cara seria al dirigirme a ella, tras poner el dinero y decirle la frase me giré, caminé un par de metros, tomé el cigarro entre mis manos y lo rompí para después arrojarlo... — Vaya gente que piensan que son lo mejor por tener un cigarrillo... — dije a un tono de voz algo alto, para que ella escuchara. A decir verdad, eso me había puesto un poco de mal humor, más mi resaca... había sido una mala experiencia.

Pareció haber adquirido una actitud completamente diferente. Su rostro mostraba algo entre el enfado y la ofensa. En realidad me importaba lo más mínimo, no era más que un simple desconocido que había venido a mi a pedirme lo que era mío. No me gustaba que me miraran de aquella manera, me hacía sentir cómo si hubiera hecho algo mal. Yo no hacía nada mal. Pero lo que me reventó por dentro y me hizo levantarme con furia fueron aquellos billetes sobre mi regazo.

-¿Perdona? -dije enfurecida- No soy irrespetuosa y si no tengo modales díselo a mi madre, tampoco fue muy buena educándome.

Pero estaba hablando a su espalda, tras dejar el dinero sobre mi se giró, yo ahora los tenía en mi mano, arrugados por la rabia entre mis dedos y a punto de arrojarlos a su pecho. Di unos pasos largos y rápidos para ponerme delante de él. No quise subir el tono de voz más de lo necesario, no me gustaba montar escenas en mitad de la calle cómo en las telenovelas, pero me había enfadado.

-¡No me creo lo mejor! -arrojé el dinero en su pecho cómo tanto deseaba- ¿Te he dado un maldito cigarro y encima me tratas así? -di un paso y me quedé a penas unos centímetros de él, lo suficiente cómo para que la cercanía no hiciera borrosa mi vista.- Puedes quedarte el resto si gustas. -le dije mirándole directamente a los ojos mientras metía la mano derecha en el bolsillo de su pantalón, en ella llevaba el paquete de tabaco que había sacado del bolso. Lo dejé en su bolsillo y retiré la mano de ahí.- Si no los quieres puedes tirarlos, romperos o quemarlos. Me da igual...

Era tan grosero... Acepto que mi actitud tampoco era nada respetuosa, pero había empezado él, yo simplemente fui seca y seria, en ningún momento le traté mal, no era de esas personas que trataban a los de más de mala manera sólo por una cosa así, sólo les ignoraba o les hablaba de manera distante. Yo no había hecho nada era él quien no paraba de decir que... que...

-¿A....amargada? -vi cómo movía con rapidez su mano, puso el paquete de cigarrillos en mi estómago con fuerza y automáticamente mis brazos se cerraron a su alrededor para cogerlo, junto a ellos salió de mi garganta un leve y seco quejido. Parecía mentira e incluso estúpido pero realmente me había dolido, probablemente sería porque no había desayunado y se acercaba la hora de comer y tenía el estomago deseando recibir comida. Además, el día anterior apenas había comido nada a pesar de todo el esfuerzo en el entrenamiento, había salido de casa temprano en la mañana y olvidé llevar algo para comer, así que sencillamente corrí todo el día y al llegar a casa recuerdo que apenas comí una manzana. Así que tenía el estómago bastante delicado y aquel golpe seco casi me provocó una nausea que intenté disimular mirándole a los ojos fijamente.

Me quedé completamente quieta, con los brazos abrazando mi vientre y sujetando entre ellos los cigarrillos cuando noté el frío cañón de un revolver en mi barbilla, haciéndome girarla ligeramente. No me estaba importando lo más mínimo. Yo sólo me centraba en el dolor punzante que estaba notando bajo mis brazos. Era un dolor extraño, cómo si me estuviera consumiendo por dentro -Así que grado A... -musité con la voz demasiado seca- Lamento mi comportamiento... No volverá a ocurrir, no conocía tu rango... - Ya me daba lo mismo parecer un perro con el rabo entre las piernas o perder completamente mi orgullo, sólo estaba esperando poder sentarme. Me limité a decir aquello mientras le observaba ir hacia el césped. Yo por otro lado decidí volver al banco dónde estaba sentada antes y prácticamente dejé caer mi peso sobre él a la vez que emitía un leve de gemido de dolor y me encogía ligeramente.
Notaba cómo me fallaban las piernas por culpa del entrenamiento y el estómago me estaba matando.

-Dios.. debería comer algo consistente de una vez... -busqué en mi bolso la tarjeta de aquel restaurante coreano en el que había pensado antes, tenía que comer algo y recordaba que no estaba muy lejos, probablemente en la tarjeta estaría la dirección. Busqué y busqué y no lograba encontrarla.- Genial... Hoy parece un día genial...

Mientras estaba recostado, escuché un leve gemido y miré que la chica estaba tomando su vientre, me dio curiosidad y aproveché el viento que soplaba para ponerme de pie y sentarme en la banca al lado de ella, donde pegaba el sol. Era algo extraño, un silencio invadía el ambiente, ella seguía tomando su abdomen pero yo no sabía cómo romper el hielo después de lo que había pasado.

¿Qué haré? ¿Le pregunto lo que le sucede?... Pero si lo hago probablemente me dirá "¿Qué te importa?"... aunque no debería importarme, si se siente mal podría llevarla a la enfermería o algo... bueno, no importa lo que me diga, sólo se lo preguntaré. Tardé un poco pensando lo que debía decir, no se me ocurría cómo hacerlo tampoco... exhalé fuertemente. — ¿Est... — al fin iba a comenzar a hablar, pero fui interrumpido por una chica.

"¡Hola Rosiel!" dijo la chica aproximándose a mi compañera al lado y le dio un leve abrazo. "Ohhh... ¿Estás con tu novio?" tras decir esto sonrió y se quedó viéndome por un momento, de pies a cabeza. "Vaya que es guapo..." concluyó y en seguida volteó a verme de vuelta. "¡No puede ser! ¡¿Ikki-kun?! ¡¿Ese único Logi Rango A?! ¡¿Te acuerdas de mí?!", la chica hablaba mucho, hacía muchas preguntas a la vez, me sentía famoso pero a la vez acosado. — El mismo. — sonreí un poco mientras miraba el brillo de los ojos ajenos. — Tú eres la chica de la cafetería, no podría olvidarte. — sonreí de nuevo y volteé a ver de reojo a aparentemente... "Rosiel". Tsch... se supone que debería estar hablando con ella... volteé a verla bien y me dirigí a ella en voz baja. — Oye... ¿estás bien? —

Cerré los ojos un instante. Sentada con las piernas juntas, el torso algo inclinado hacia adelante y tomando mi vientre noté cómo alguien hacia peso a mi lado. Abrí uno de los ojos y comprobé que era él, el chico de antes. Simplemente le ignoré, probablemente estaría más cómodo en el banco que sentado en el césped o a lo mejor sólo quería molestar. Así que me limité a pasar de él aprovechando que una joven había venido a hablar conmigo.

-Hola... -era la camarera de la cafetería, siempre iba a allí cuando era su turno, no sé cómo lo había hecho pero siempre acababa entablando una conversación bastante entretenida durante el desayuno. Comentó algo que, no me incomodó pero, me resultó realmente raro.- No es mi pareja... -me limité a responderle pero noté cómo parecía que me ignoraba. Definitivamente se había fijado del todo en él e incluso ahora se ponía a charlar. ¿No había venido a hablar conmigo? Pff... Daba igual. Sólo esperé a que tuvieran esa interesante y divertida conversación, nótese la ironía, y cuando terminaron de hablar y la chica se marchó continuando su camino hice mi comentario- Eres bueno ligando.."oh, no podría olvidarte, esos ojos, esa belleza... ", vamos, te ha faltado el ramo de rosas... -el dolor de estómago empezaba a ponerme de muy mal humor y así al final conseguiría que se marchara, pero, qué más da.- No, no estoy bien señor... ¿También es de arrogantes decir eso o tengo que tragarme el dolor y mantener las apariencias? -quise levantarme, apoyando un brazo sobre el respaldo del banco, y lo conseguí pero a duras penas.

-Joder...

Me giré y miré el banco, había dejado el paquete de tabaco ahí ya que no me había ni molestado en guardarlo. Cogí un cigarrillo inclinándome, aquello me hizo sentir algo más de dolor y no pude evitar hacer una mueca. Tomé uno de los cigarrillos y lo dejé entre mis labios mientras que otro se lo mostré a aquel chico, indicándole que lo cogiera. No me apetecía seguir de mal humor con alguien que probablemente me podría ayudar a salir de ésta.

Tomó el cigarro que le ofrecía sin mucho interés y lo encendió después de decirme unas palabras que no me apetecía mucho escuchar. Sabía que era una bocazas, que nunca decía lo apropiado y que lo mejor sería cerrar la boca de vez en cuando pero... Daba la casualidad de que tenía un horroroso dolor de estómago que además había comenzado él. Realmente no era una situación agradable, así que, seamos sinceros, no podía ser muy amable aún así lo intenté.

-Estar pendiente de lo que hay de mi nariz hasta aquí me ha salvado de muchos apuros... -respondí mientras hacia un gesto con la mano derecha, alejando y atrayendo el cigarro haciendo referencia a lo que decía- El hecho de judgar... no es justo, lo sé, pero me salva de muchos indeseables aunque también me evite conocer a gente interesante. -Entonces un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, de la punta de los pies hasta el último cabello de mi cabeza. Hacía tantísimo tiempo que nadie me tocaba de manera tan familiar que la primera reacción de mi cuerpo fue apartarle con el brazo. En seguida me di cuenta de lo que había hecho. Estaba alejando de mi otra vez a alguien que podría ayudarme. Instintivamente acerqué la mano del brazo que le había apartado hasta su camisa y cerré el puño cogiéndola. -Y-Yo... lo siento.... -agaché la cabeza. Otra vez volvía a pasar lo mismo de siempre... Quizá no era bueno confiar en los demás, quizá hoy acabaría muerta en un callejón por su culpa, eso era lo que me decía mi cerebro, pero en el fondo sabía que lo más probable es que me acompañara al médico o incluso a comer algo. Así que me permitiría el lujo de confiar un poco en un desconocido. - V-Vamos a comer algo... -Lo más seguro es que mañana me avergonzara de mi misma por esta actitud tan sumisa y tan poco propia de mi. Parecía más una niña vergonzosa de un manga para chicas que no una estudiante de Butei de Asalto... Así que solté mi mano y lo más que pude hacer fue despejar mi cabeza restregando las manos por mi rostro, con un burdo intento de lograr volver a ser yo misma, me parecía tan estúpida...

Comencé a caminar tras él, acomodándome a su paso y manteniéndome callada. ¿Tenía... vergüenza? Definitivamente no parecía yo misma...

La chica hablaba pero yo no prestaba atención en absoluto, quizá era por flojera o porque sabía que no diría nada interesante... o no diría algo más que hablar de ella misma. Cuando coloqué mi mano en su cabeza, ella la retiró muy rápido, como por instinto, parecía una chica muy temperamental e imposible de tratar, sólo suspiré ante tal acto y seguí caminando sin detenerme, yo hacía eso más que nada por su bien, era cuestión de ella venir o no conmigo.

De repente todo cambió en un abrir y cerrar de ojos, sólo pude caminar un poco más, hasta que sentí cómo mi mano que anteriormente había sido apartada, era tomada un maniobrada como sin nada, era la chica que estaba de vuelta, esta vez no conocía su intención. Guardé silencio un momento, mirando mi mano que estaba siendo empuñada por una de las ajenas. Quién lo pensaría... la chica fría, egoísta y malcriada se está disculpando... por un momento me sorprendió tal acción, pero después de pensar un poco más, concluí la clase de persona que ella era, probablemente había sufrido mucho en el pasado, por eso no confiaba en las personas... al igual que yo sufría, sin embargo yo ocultaba mi dolor tras mi sonrisa, total, todos tenemos algo que ocultamos, ya sea algo malo o algo que nos hace sufrir.

Suspiré y toqué su cabeza de nuevo dándole un leve golpe. — No tienes que disculparte, no soy rencoroso y entiendo tus motivos... total, soy un desconocido y no puedo exigir un buen trato por dos razones: la primera es que no me gustan esas cosas, y la segunda, aunque me gustaran no podría esperar algo lindo después de tal episodio... — escuché a la chica y miré su última acción, parecía estar esforzándose mucho.

Me paré apuntando hacia el estacionamiento y arqueé mi codo derecho hacia un lado, para que ella tomara mi brazo y así caminar hasta el auto. Esta vez traía un carro normal, era un Mustang Giugiaro 2010 de color negro, uno de mis caprichos. — Primero iremos a comer, quizá tu dolor haya sido ocasionado por hambre simplemente, y a decir verdad yo también estoy hambriento. — Le dije con una sonrisa mientras me mantenía esperando que ella tomara mi brazo para guiarla.

Mustang Giugiaro 2010:

Estaba presa del pánico. Con una voz en mi interior que me gritaba, que me chillaba, me obligaba a salir de ahí corriendo y no volver a verle nunca más. Era ella. La voz de mi conciencia que evitaba que metiera la pata confiando en desconocidos o haciendo cosas que no debería pero... La hizo callar. Saber que no le había importado mi comportamiento, esa actitud mía tan estúpida y arisca... No pude evitar notar cómo algo se quebraba en el centro del pecho. Jamás había recibido comprensión por mis actos, sólo desprecio y reproche...

Me limité a agachar la cabeza, sin poder mirar a esos ojos que parecían sentir compasión por mi. Me sentía tan patética por no poder actuar cómo alguien... "normal"... Había demasiadas cosas de mi que admiraba yo misma pero otras muchas que despreciaba y me repugnaban... Esa era una de ellas. No poder tratar con los demás cómo todo el mundo me hacía sentirme realmente aislada del mundo... Pero así era yo, hay ciertas cosas que no se pueden evitar ni cambiar... Al menos sin que pase mucho tiempo.

Que una madre intente asesinarte no es algo que se supere con facilidad, deja secuelas en el alma.

Sentía cómo la voz de mi interior intentaba volver a salir y sujeté su mano con mas fuerza, apretando mis dedos entre los suyos e intentando notar el confort de la calidez de su piel. Me relajé. Me notaba realmente extraña, sintiendo cosas que no sabía reconocer, ¿Ésto era la confianza? ¿la amistad? ¿o quizá simplemente aprecio...? Me sentía incapaz de dictaminar de qué se trataba así que sencillamente me dejé guiar por lo que me dijera el instinto.

Observé cómo me extendía su brazo para ir hasta ese flamante coche que había señalado. Aquello se me hacía demasiado raro incluso para la situación en la que estaba... ¿cogerle del brazo? ¿De esa manera? ¿A la antigua usanza? No sabía que hacer y el tiempo se me echaba encima. No quería que se sintiera mal por mi culpa, ni tampoco rechazarlo... Comenzaba a volverme ligeramente adicta al contacto humano, así que seguí la primera indicación que me dio el cerebro y pasé mi brazo izquierdo bajo el suyo para sujetarme.

La verdad es que parecía un chico agradable, pero sólo me lo parecía. Todavía tenía esa voz diciéndome que no me fiara y, aunque quisiera hacerla callar por una maldita vez, ahí seguía. Así que no pude hacer otra cosa que seguir con aquello para ver hasta dónde podría llegar la voz, para ver si podría hacerla callar del todo por un día...

-Vayamos... a comer algo... -le respondí con voz entrecortada. No sabía que podía llegar a sonar así de poco convincente...

La chica parecía dudar mucho, quizá estaba teniendo una pelea contra si misma, tal vez estaba siendo muy cruel al pelear con ella misma, pero no podía hacer nada para evitarlo, o a menos no desde mi posición actual, debía ganarme la confianza de ella, aunque era algo que no estaba en mis planes. Las problemas de las personas son solucionados por ellas mismas, o a menos eso era lo que siempre creí era mi ideología principal aunque yo sabía que eso que pensaba era erróneo, el hecho de haber pasado mis problemas yo solo me hacía confiar en que la gente podría superar los suyos por ellas mismas. Además, para ser sinceros, la actitud de ella parecía ser de alguien quien querría solucionar los problemas sin ayuda, alguien que odiaba a las demás personas.

Sentí el tacto de la chica en mi brazo y tras una sonrisa comencé a caminar con ella a mi lado, se veía algo raro puesto que ella era mucho más alta que yo; sin tomarle tanta importancia a eso continuamos la travesía hacia el auto. Quizá debí traerme un auto más apropiado... continuamos caminando hasta llegar al frente de él. — Bien, este es uno de mis autos favoritos, vamos... — Fuimos hacia la puerta del copiloto y la abrí, tomé la mano de la chica para que entrara.

De repente, mi estomago rugió como un esplendoroso león, y tras un leve sonrojo volteé a verla con una sonrisa muy fingida. — Ese nuevo tono de celular... parece muy real... — le dije con algo de pena mientras volteaba hacia la parte trasera del auto, evitando cualquier contacto con los ojos ajenos.

Sentir que iba agarrada del brazo de un joven era, cuanto menos, extraño. Mi poca costumbre al contacto humano hacía que tuviera constantemente la piel de gallina y notaba cada pocos segundos cómo un respingo subía desde el final de la espalda hasta la nuca. Realmente sentía cómo si el miedo se estuviera apoderando de mi, cómo si esos temblores me avisaran de que aquello no estaba bien, que me traería problemas que no habría imaginado nunca pero... era tan disparatado. No era más que un chico normal, seguro...

Entonces recordé. No llevaba las katanas. Había salido tan tranquila de casa y tan rematadamente despistada buscando algún lugar dónde comer que ni tan siquiera me había provisto de mis armas, si de verdad me veía envuelta en algún tipo de problema sí que tendría un problema de verdad.
Con el tiempo asimilé que al cuerpo a cuerpo soy bastante horrible, la fuerza de mis puños es grande pero mi puntería no tanto así que una pelea así era inútil intentar ganarla. Lo único con lo que podía defenderme de verdad era con esas preciosas katanas de apenas medio metro con esa vaina de color negro mate... Preciosas, sí señor, y una arma, cuanto menos, letal.

Volví a la realidad cuando me dí cuenta que estábamos frente aquel brillante e impoluto coche. Parecía tan lujoso, de alta gama, no se asemejaba nada a mi estilo de vida... Nunca había poseído grandes cosas, ni tan siquiera pequeñas. Incluso cuando vivíamos con mamá tampoco teníamos muchas posesiones, quizá algunas muñecas y un poco de ropa. Eramos bastante humildes. Aunque al llegar a Amissa fui con una buena familia tampoco eran muy adinerados, eran normales y corrientes, jamás intenté pedirles nada ni exigir grandes riquezas, sabía que yo en realidad era una molestia para ellos. Era una muchacha de familia desestructurada, con diez años y sin un sitio dónde caerse muerta. En resumen, aprendí a no desear cosas materiales, si llegaban a mi, genial, si no llegaban, no importaba.

Entonces, un extraño ruido procedente del estómago del muchacho me sacó de mis pensamientos. -¿eh?- dije sin pensar. No pude evitar esbozar una suave sonrisa en mis labios. me había hecho gracia, era tan humano aquel sonido y tan extraño que lo escuchara de alguien que no pude evitar sentir algo raro. El hecho de no estar con mucha gente continuamente había hecho que a cosas así, tan habituales, no estuviera acostumbrada. - Me gusta ese tono de llamada... -Me estaba atreviendo a hacer incluso comentarios graciosos, algo poco común en mi.

Entré en el coche, sujetando ligeramente mi vestido para no mostrar más de lo necesario y cerré tras de mi, observando a través del pequeño retrovisor cómo aquel chico daba la vuelta por la parte trasera para llegar hasta la puerta del piloto. Me limité a estar sentada, con ambas piernas juntas y las manos sobre ellas dejándolas reposar. Todavía notaba algo extraño dentro, quizá sería el hambre o quizá el miedo de hacer algo tan disparatado.

Al fin y al cabo no sabía ni su nombre.

Mientras venía caminando bajé el espejo que había encima del asiento del copiloto, ese pegado al techo, para comprobar que mi rostro y cabello siguieran en perfecto estado. Odiaba notar un cabello descolocado o el maquillaje corrido. En cuanto escuché que abría la puerta con la maneta cerré el espejo rápidamente y volví a dejar mis manos reposando en el regazo.

Noté el peso de su cuerpo ligeramente al sentarse y escuché sin mirarle el suspiro que bufó. Parecía algo cansado, quizá le estaba importunando con mi capricho de comer algo pero comenzó a hablar sobre coches. No sabía nada sobre ese tema, ni tan siquiera sabía nada sobre marchas, revoluciones, embrague y cosas de esas. Si me preguntaras algo no podría responderte, así que me limité a mirarle en silencio, observando cómo sus labios se movían al son de sus palabras. Entonces se quedó en silencio y se disculpó por aquello.- No te disculpes... - me limité a decir.
Me sentía tan extraña en esa situación que no podía hilar muchas frases seguidas sin comenzar a divagar así que sencillamente asentí con la cabeza suavemente.

Volteé la vista al frente, a través del cristal y observé la carretera que comenzaba a moverse bajo mis pies. En realidad no estaba muy acostumbrada a ir en coche así que tenía algo de miedo, además de ser el coche de un desconocido. Aunque pronto dejó de serlo. Volvió a disculparse, esta vez por la escena de antes, algo que realmente agradecí que hiciera, yo tampoco tenia un muy buen día y nada más faltaba que alguien viniera a alterarme. Agradecí aquella disculpa de verdad. Entonces el coche paró en un semáforo y me ofreció la mano a modo de presentación- Rosiel, Rosiel DunLaoghaire -Sujeté su mano con la mía, apretando ligeramente y notando la fuerza que no había podido comprobar antes. Era una mano masculina pero no por ello menos agradable... Empezaba a sentir necesidad de contacto humano...

Había vivido tantos años sin exceso de contacto que.. recibir tanto de golpe me colapsaba las neuronas. Mamá dejó de darme cariño a los diez años y... Alexiel se marchó, así que mi familia desapareció por completo, se podría decir que cuando llegué con mi nueva familia volví a recibir cariños y mimos pero no era lo mismo, lo sentía vacío y sin sentimiento de verdad. Un cariño así no lo quería... Así que simplemente me acostumbre a no recibirlo.
Quizá... Quizá ese muchacho era más amable de lo que pensaba, sus palabras parecían de amabilidad sincera, gentiles... Quizá ... No.... No puedo pensar que podré conseguir ese cariño de sus parte... Sólo es un desconocido, no te arriesgues, conócelo antes.